Hace años se habló bastante de Propaganda 2, una organización criminal que maquilló sus intereses económicos y políticos bajo el apelativo de logia masónica. Nacida de una escisión del Gran Oriente de Italia, la supuesta logia participó en distintas acciones anticomunistas en latinoamérica -la triple A o los Contras- y en la caída del Banco Ambrosiano. 
De la masonería, tanto en sus valores como en su simbolismo, poco o nada quedó en P2. Apenas un antiguo masón expulsado del Gran Oriente y un puñado de fascistas y mafiosos ejerciendo una fraternidad condicionada por el poder.
El poder y el dinero son metales que no tienen cabida en los talleres masónicos. No es así en Propaganda 3, ni lo fué en P2.
Evidentemente, no soporto que se confundan instituciones contrarias a los Derechos Humanos con instituciones masónicas.
Si la trama cuenta además con la presencia de Berlusconi y otros personajes públicos que detesto se incrementa aún más mi rechazo. Para un masón común resulta insultante que se le confunda con este tipo de individuos. Es por ello que este artículo hace pública mi indignación frente al uso indistinto de los términos, ahora que la prensa vuelve a hablar de P2 agarrándose al morboso apellido de «masónico».
Hablemos de los intereses de la extrema derecha, de la Guerra Fría y el fascismo italiano, de los Camisas Negras, la CIA y la OTAN, de la represión de Videla en Argentina y la imposición del terror y el pensamiento único en manos del gobierno estadounidense -¡Proclamador de las libertades! ¡Oh yeah!-.
La falta de ética es la enfermedad más extendida entre la clase política y la élite económica. La humanidad, aunque nos pese, es una especie contagiada por la ambición. La masonería no se libra de los vándalos, de ahí que a veces haya tenido que expulsarse a algún ladrón o algún genocida de distintas instituciones masónicas. Eso sí, un criminal disfrazado con un mandil y unos guantes no deja de ser un criminal. El problema es el de siempre. En un mundo dirigido por el Dólar -o por el Euro, of course-, el payaso será el rey del carnaval.

El artículo de El País sobre P3, a continuación:

Nápoles estuvo inundada de basura en los meses previos a las elecciones de abril de 2008. Silvio Berlusconi volvió al poder y la monnezza (inmundicia) desapareció. El milagro fue atribuido a la Camorra, dueña del negocio de los residuos legales e ilegales en la región de Campania. El Gobierno vendió la operación limpieza como uno de sus grandes éxitos.

Dos años y medio después, el centro de Nápoles luce bastante limpio. Solo se ve basura tirada por las calles en la periferia. En el barrio de Ponticelli, donde manda el clan Sarno, de los más poderosos de la Camorra, se amontonan otra vez las bolsas. Pero los turistas no van allí. El lugar tiene mala fama desde mayo de 2008, cuando mujeres y jóvenes organizados por el clan local incendiaron varios campamentos gitanos y obligaron a huir a 3.000 personas. Fue el inicio de la campaña antigitana, con leyes raciales incluidas, conducida por el Ejecutivo en los meses siguientes. Ya nadie habla de eso en Campania. El asunto candente es la P3, la nueva Propaganda 2, la logia masónica fundada en 1877 por el Gran Oriente y refundada por Licio Gelli en los sesenta. En ella militaron 900 personajes, importantes funcionarios, políticos (cuatro ministros, 44 diputados) y militares, muchos de estos enrolados en los servicios secretos, y también un joven y ambicioso empresario: Silvio Berlusconi. El líder de la P3, según la fiscalía romana, es el empresario sardo Flavio Carboni, de 78 años. Viejo amigo de Berlusconi y colíder con Gelli de la P2. El nombre de Carboni ha estado ligado a varios grandes misterios italianos, desde el secuestro de Aldo Moro a la quiebra del Banco Ambrosiano, por la que el gran masón fue condenado a ocho años y medio de cárcel (a Gelli le cayeron 12 años). Hace unas semanas, Carboni fue absuelto por falta de pruebas del asesinato de Roberto Calvi, el funcionario del Ambrosiano hallado muerto en el puente de los Frailes Negros de Londres en 1981 colgando de una soga con dos ladrillos y 15.000 dólares en el bolsillo. Los jueces del Supremo han determinado, 30 años después, que Calvi fue asesinado. Pese a todo, Carboni lleva dos semanas en la prisión romana de Regina Coeli, acusado formalmente de dirigir «una sociedad secreta que trataba de condicionar a las instituciones del Estado de derecho». Según la fiscalía, la sociedad secreta trató de presionar a los jueces del Constitucional que debían pronunciarse en 2009 sobre el Laudo Alfano (el escudo judicial que debía librar a Berlusconi de sus juicios) para lograr un veredicto favorable. Las gestiones fracasaron, pero la logia siguió conspirando, afirman los fiscales, para otros altos dirigentes del Pueblo de la Libertad con distintas formas de guerra sucia, presiones, chantajes y fabricación de pruebas falsas. Las escuchas telefónicas revelaron que los masones hablaban y se veían a menudo con amigos y colaboradores del primer ministro. Berlusconi ha tratado de minimizar el alcance de la P3 y ha dicho que se trata de «cuatro jubilados desgraciados». Y al saber que la logia usó al menos 26 veces la palabra César, según los investigadores para referirse a Berlusconi, el primer ministro ha afirmado que «todo es un montaje», y su abogado, Niccolò Ghedini, ha anunciado querellas. El jefe del Estado, Giorgio Napolitano, ha expresado su «indignación y alarma por la corrupción y las sucias maniobras de conspiradores sórdidos», y ha pedido a la magistratura que vaya «hasta el fondo». Pero la lista de acusados excelentes es larga y comprometedora. En ella están el senador Marcello Dell’Utri, cofundador de Forza Italia y condenado a siete años por cooperación con la mafia; el coordinador del Pueblo de la Libertad Denis Verdini, acusado de corrupción en el escándalo de la Protección Civil y en las adjudicaciones eólicas de Cerdeña; el gobernador sardo, Ugo Cappellacci, por el cual Berlusconi se batió el cobre en la campaña electoral; el secretario de Estado de Justicia y magistrado en excedencia Giacomo Caliendo; el ya ex viceministro de Economía y coordinador campano del PDL, Nicola Cosentino, acusado por los jueces de Nápoles de ser el referente político del clan de los Casaleses; y el presidente de Lombardía, Roberto Formigoni. Según los fiscales, todos formaban parte de la P3 o recurrían a ella para lograr objetivos judiciales y políticos. Más chocante aún es que la telaraña masónica contaba con al menos media docena de magistrados de alto rango entre sus componentes. Entre otros, el presidente de la Corte de Apelación de Salerno y a su homólogo de Milán. Los fiscales afirman que la logia masónica llegó a decidir nombramientos del Consejo Superior de la Magistratura. El juez de Salerno está acusado de haber colaborado con la logia en la máquina de fango fabricada contra Stefano Caldoro, gobernador campano del PDL y rival de Nicola Cosentino por la candidatura en las regionales de marzo. Cosentino se vio forzado a dimitir el miércoles como secretario de Estado de Economía, y tras destituirle para salvar los muebles, Berlusconi ha defendido su inocencia y le ha mantenido como jefe del partido en Campania. Nacido en Casal del Príncipe y conocido allí como Nick O’mericano (El Americano), Cosentino es uno de los dirigentes regionales que ayudó a Berlusconi a obrar el milagro de la basura hace dos años. Para mayor coincidencia, la investigación sobre la P3 nació de forma casual en el barrio de Ponticelli, el feudo del clan Sarno que ayudó a echar a los gitanos de Nápoles. Los fiscales habían pinchado los teléfonos de algunos testaferros napolitanos que lavan el dinero de la Camorra y que intentaban invertir en el boyante negocio del juego de azar: casinos y salas de juego reales, póquer y apuestas por Internet. Para ello, los miembros de la Camorra contactaron con el líder masón Flavio Carboni y con el fascista confeso Lele Mora, otro viejo amigo de Berlusconi, habitual de las calientes noches sardas, maestro del fotógrafo y chantajista Fabrizio Corona, y cazatalentos de Mediaset. La policía descubrió que un testaferro de los Sarno hablaba con Carboni y Mora sobre una «nueva ley que debería permitir la apertura de casinos en los grandes hoteles». Pero los fiscales han decidido aparcar de momento la madeja del póquer por Internet. La logia infiltrada en las instituciones del Estado no les deja tiempo para esas minucias.

Masonería Mixta Internacional

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