MIKEL ORMAZABAL
El Pais. 14/01/2011
Los países escandinavos son el espejo del bienestar social al que se mira media Europa. Guipúzcoa no es una excepción. Por eso, las Juntas Generales invitaron ayer a la profesora de la Universidad de Estocolmo Anita Nyberg, experta mundial en conciliación familiar y laboral, para exponer el modelo que rige en aquellas naciones y las fórmulas idóneas para lograr una armonía entre las ocupaciones domésticas y las obligaciones del trabajo. Nyberg cree posible abandonar el viejo modelo de cargar en las mujeres todo el peso de las tareas de la casa y repartirlo a partes iguales entre la pareja. La receta más efectiva es «aprobar un permiso paternal obligatorio que no pueda ser transferido a las madres».
De este modo, opina Nyberg, los padres están forzados a participar en las labores domésticas. Así ocurre en Suecia desde 1994. «Noruega fue el primer país que creó un nuevo modelo al ofrecer la posibilidad de cambiar baja maternal por el permiso paternal. Los padres tenían la opción de cuidar a sus hijos, pero la mayoría no se quedaban en casa. Por esta razón, en 1994 el Gobierno sueco comenzó a conceder un mes de permiso parental que no se podía transferir a la madre. El padre tenía que quedarse un mes con los hijos obligatoriamente», afirma la experta sueca.
La experiencia ha demostrado que el permiso paternal obligatorio es adecuado y «está funcionando muy bien» en su país. En el caso de dar la opción de elegir a alguno de los progenitores, «siempre acaba la mujer ocupándose del cuidado de los hijos y las tareas de la casa. Lo que hemos constatado es que el padre se queda en casa únicamente cuando no se le permite transferir ese derecho a la madre».
Nyberg sostiene que los avances que se puedan lograr en este ámbito «dependen muchísimo de los partidos que están en el poder». En el caso de Suecia, los socialdemócratas, que han venido gobernando desde la década de los 60 hasta el año 2006, elevaron a dos meses el permiso obligatorio para los padres. En Islandia, por ejemplo, fueron más allá: «Las madres tienen tres meses de permiso, los padres los tres meses siguientes y después hay otros tres meses para uno de los dos».
La profesora Nyberg no es partidaria de conceder ayudas por el cuidado de los menores, como sucede en su país y en Finlandia: «El partido cristianodemócrata, que es minoritario pero tiene una gran influencia en el gobierno actual, ha conseguido aprobar una prestación económica por el cuidado de los hijos. El progenitor que se quede en casa recibe 300 euros al mes, pero normalmente se queda la madre. En Finlandia comenzaron con esta prestación a mediados de los 80, pero se acogen a ella el 80% de las madres y desde entonces en ese país bajó la tasa de población activa femenina. Hoy por hoy es casi la norma que sea la madre quien se quede la madre cuidando a los hijos hasta que estos cumplen tres años. Yo me quejo porque de esta forma estamos aumentando la brecha de género, de clase y étnica».
Otra clave del acierto escandinavo es que «cuando comenzamos a trabajar con la conciliación y la igualdad de género cambiamos el enfoque para dejar de centrarnos tanto en las mujeres. En la UE se habla de conciliación como si fuera una cosa que afecta solo a las mujeres, mientras que en los países escandinavos nos hemos esforzado muchísimo en implicar también en estas cuestiones a los hombres».
Nyberg recomienda fijarse, asimismo, en el modelo existente de guarderías públicas en aquellos países: «Un ingrediente fundamental para la conciliación la existencia de guarderías financiadas con fondos estatales. Las familias con algún miembro en desempleo deben tener prioridad para conseguir plazas».
En su opinión, no se puede bajar la guardia, porque «si nos relajamos perdemos el nivel de las cotas de igualdad de género que hemos conseguido, como le está ocurriendo a Finlandia. En cambio, Islandia, que empezó más tarde que nosotros, es el primer país en el ranking de igualdad de género».
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