Hay dos formas de comprender los símbolos: de forma convencional o intencional y de forma esencial.
La primera de ella se manifiesta cuando en el símbolo el sentido moral o espiritual aparece como añadido, no se justifica inmediatamente por la naturaleza del objeto que es su primer término, no convence apenas porque se ve intercambiable. En la segunda forma de comprender los símbolos, la esencial, lo anterior es imposible, pues el simbolismo auténtico o esencial se define justamente por ese vínculo íntimo e indisoluble entre el objeto material y su significado espiritual, análogo al de la realidad visible con la invisible, a la del cuerpo con el alma, unión que se percibe como un todo orgánico fruto de la síntesis instantánea de conocimiento e intuición. El simbolismo así entendido, como esencial, no hace más que explicitar una realidad espiritual que de forma implícita ya existe en el objeto.
Percibir los símbolos de forma esencial hoy en día tropieza con nuestra mente, que no se encuentra preparada para captar esas imágenes, esas representaciones cosmológicas. Nuestra mente hoy percibe el mundo como un conglomerado de fenómenos, no como un organismo armonioso y jerarquizado, se percibe cuantitativamente: como fuerza y materia produciendo los fenómenos, y no existe, pues, una clave del mundo. Si consiguiéramos entrar en la concepción cualitativa, consideraríamos menos los fenómenos y las fuerzas materiales y más la estructura interna del mundo, su arquitectura espiritual, la unidad espiritual que une las partes del universo, de forma que descubriríamos, primero, analogías y correspondencias entre esas partes y, a continuación, la unión de las partes con el todo.
El Templo y la simbología que encierra en su interior trata de extraernos del mundo sensible para llevarnos al mundo inteligible. No podemos olvidar la Teoría de las Ideas de Platón que afirma que existen entidades inmateriales, absolutas, inmutables y universales independientes del mundo físico: la Justicia, la Bondad, el Hombre en sí…, las entidades y proporciones matemáticas en sí mismas… de ellas derivan su ser todo lo justo, lo bueno, el Hombre, todo lo armónico y proporcionado que hay en el mundo físico. Recordemos que para Platón idea no era una construcción mental de un objeto sin existencia fuera de la mente que los concibe, sino que se trata de realidades, de las únicas realidades en sentido pleno ya que lo que de realidad hay en el mundo físico deriva precisamente de ellas. El conocimiento intelectual es irreductible al conocimiento proporcionado por los sentidos, ya que estos no son capaces de captar las estructuras matemáticas, las esencias intangibles que sólo puede captar la razón. La razón atiende al carácter y existencia absoluta de las ideas, por el contrario, el conocimiento sensitivo atiende a la mutabilidad y poca consistencia del mundo físico.
Por ello, qué más me da que esos símbolos sean utilizados por otras religiones que pretenden apropiarse de ellos. Para mí son lo que son una vez que los he examinado. Que cada uno les exprima su significado.
Rafael
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