Mientras que en otras partes del mundo, por mirar en nuestro más cercano entorno Francia puede ser un buen ejemplo, la masonería se encuentra presente en la sociedad de una manera clara y continua, posicionándose de acuerdo con sus principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad en las diversas situaciones que cada dia se suscitan, en España esa tarea ha quedado en manos de los masones a título individual y en muchas ocasiones, por no decir casi siempre, sin que se dejase traslucir que una determinada postura ética tenía su nacimiento, precisamente, en el hecho de que esa persona pertenecía a la masonería.

Últimamente se empiezan a alzar voces en la masonería española que piden una mayor implicación de la masonería en la sociedad en la que vivimos. Por lo que respecta al  Derecho Humano los discursos de apertura y clausura de su última Convención Internacional (París 16-20 de mayo 2012) incidieron, entre otras cuestiones más hacia adentro, en esa necesidad de que los masones llevemos a la sociedad el mensaje ético de la masonería.
¿Se trata de adoptar posturas políticas? No si por tal se entiende adscripción a una determinada opción partidista; rotúndamente Sí si estamos hablando de preocupación por las cosas públicas, las que atañen al conjunto de la ciudadanía, más exactamente a una mayoría de esa ciudadanía cada vez más desprotegida frente a una minoría a la que podemos calificar perfectamente de depredadora. Depredadora de conquistas sociales, de derechos obtenidos tras largos años de lucha -en algunos casos decenios-, de la propia naturaleza y todo ello en aras de la obtención de mayores beneficios en una loca carrera sin fin y sin que se sepa bien cual es la razón de esa necesidad enfermiza por acumular riqueza de manera desmesurada.
No nos gusta esta sociedad, entre otras cosas porque se aleja cada vez más del ideal que movía a nuestros Fundadores -Maria Deraismes y George Martin- plasmado en los primeros artículos de nuestra Constitución Internacional, y que no eran otros que la consecución de sociedad más libres, justas e igualitarias en las que los seres humanos alcanzasen las mayores cotas de felicidad posible. No nos gusta, y debemos decirlo, y tratar de reconducirla hacia los valores en los que creemos mediante la única arma con la que contamos, la palabra y el ejemplo.
Los masones estamos en la sociedad y la masonería debe dejar de ser vista con recelo por parte de quienes aspiran a construir una sociedad no muy diferente de aquella a la que aspiramos. Nuestros enemigos, somos conscientes de que molestamos y eso crea enemigos, no son otros que quienes consideran que la mejor manera de cercenar la posibilidad de alcanzar una sociedad más igualitaria, libre y fraterna pasa por cerrar el paso al conocimiento (educación deficiente), convertir el acceso a la salud en una mera cuestión de caridad (de mala calidad) y llevar a la mayoría a una situación económica de cuasi subsistencia. Es decir, una suerte de moderna esclavitud.
He dicho

Masonería Mixta Internacional

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