La sociedad masónica es pretendidamente una sociedad iniciática y ambos términos han sido intercambiables a lo largo del tiempo. Un amigo, un libro, una emisión de radio, la casualidad nos han puesto sobre la pista.[modern_footnote]Del libro «El Arte de Trabajar en Logia» de Francis Frankeski Fundación Maria Deraismes, 2012[/modern_footnote]
Pero oir hablar de una sociedad iniciática no significa que se sea apto y se pueda acceder a ella.
Ser aceptado en una sociedad masónica no significa que se esté preparado para recibir sus enseñanzas.
Recibir una enseñanza no implica entender la verdad. Comprender la verdad de una enseñanza no supone ser capaz de ponerla en práctica.
La puesta en práctica de lo aprendido no garantiza tener éxito. Tener éxito no significa ser capaz de perseverar. Perseverar no entraña haber integrado la enseñanza hasta el punto de que esta llegue a formar parte indisoluble de nuestra personalidad.
Haber integrado una enseñanza no significa que se esté dispuesto para la etapa siguiente….. transmitir el ejemplo.
Algunas hermanas y hermanos que frecuentan los templos habitualmente se paran en las sentencias que a menudo decoran sus frontispicios: «conócete a ti mismo», «nadie entre aquí si no es un geómetra», o el menos conocido «escato bebeloi»: atrás los profanos.
Pequeños pasos nos permiten traspasar este mediodía la puerta de una sociedad iniciática transmitiéndonos una sensación de profundidad.
No se trata de un acto rutinario, sino un evento al que cada vez se concede más importancia.
Estos hermanos y estas hermanas son plenamente conscientes de haber dejado tras ellos un mundo, el mundo profano. Se les despoja minuciosamente de sus metales, tras haber verificado que todo el rumor del mundo se ha extinguido en ellos. Algunos se interesan por las decoraciones, las máximas un poco anticuadas, similares a las que nos encontramos en lugares arqueológicos. Otros no las consideran con más interés que aquellas otras inscripciones grabadas sobre los bajorrelieves parcialmente destruidos que prácticamente ninguna persona a nuestro alrededor se encuentra en condiciones de descifrar, aún menos de comprender.
Artículo a recordarse diariamente, cuando las promesas y juramentos se rompen, cuando la duda vuelve a atraparnos, cuando el miedo empuja a esconderse. El camino no acaba nunca