Los textos que siguen intentan expresar mi manera de vivir, sentir y trabajar el silencio. Creo, que el silencio no se encuentra solo, exclusivamente, en una sala de meditación, en una habitación cerrada, alejado de cualquier ruido. El silencio nos acompaña siempre, está dentro de cada uno mismo. En ese interior donde también guardamos nuestros temores, nuestras inquietudes, nuestros secretos. El silencio espera, tranquilamente, a que dejemos atrás el ruido que permanentemente nos acompaña. Ese ruido que no nos deja parar la mente, que nos impulsa a actuar sin habernos dado el tiempo suficiente para reflexionar.
TIEMPO DE SILENCIO I: AGUA
Silencio.
Sólo silencio…
Sonidos armónicos. Sonidos envolventes. Naturaleza plena de primavera: pájaros, viento, ramas meciéndose, lluvia fina que empapa. Agua que nutre, siempre esperada.
Todo permite un tiempo de silencio. Una, consigo misma…tan sólo la naturaleza por compañía.
Las manos entrando en la tierra, removiéndola, quitando las malas hierbas recién nacidas, dejando espacio para que otras se siembren y crezcan. Semillas que traen los pájaros y abejas, aquí germinarán, aquí brotarán y darán sus frutos.
Y sigue todo en silencio…
Rodeada de sonidos tenues, es posible pulir, suavemente pulir esa arista recién identificada, analizar su dureza, su resistencia, tamaño y otras cualidades. En silencio interior, valorando el esfuerzo necesario, comprobando dónde fijar la atención, calculando la intensidad del golpe…
Voluntad, atención, intención…GOLPE CERTERO. El agua derramada por encima ayuda a eliminar las esquirlas. Mañana, día tras día, sólo falta repasar, suavemente, para que no pierda su forma, para que se mantenga lisa y pulida. Mientras, recibe el rocío y la lluvia como alimentos…y el silencio.
TIEMPO DE SILENCIO II: VIENTO
Siete de la mañana, parada de la línea 27, Embajadores-Plaza de Castilla. Sentada junto al fuelle que une las dos partes del autobús. Movida, casi jaleada por los movimientos bruscos de dos partes que buscan su ritmo común. Sonidos de coches cercanos, conversaciones de personas que comentan su inicio de jornada. Música que sobresale del aparato del vecino de asiento.
De nuevo, silencio, ahora acompañado del viento que entra por una de los ventanucos abiertos al lado. Soplo de aire fresco que sube al abrir las puertas y dejar marchar a tantas personas en busca de sus trabajos. Paseo del Prado, pasando junto al Jardín Botánico. Ahora, el viento trae consigo aromas de flores recién regadas por el rocío de la mañana.
Con todas estas sensaciones, silencio, recogimiento, mirada interior. Este silencio sereno es el compañero que siempre nos aguarda para iniciar el paseo de una consigo misma.
Conectar con nuestro interior es escucharte, contemplar, llorar o reír contigo. Poderte dar una opinión o, simplemente, no contestar, quedar atrapada en el silencio.
Y, en muchas de las ocasiones, en este ejercicio de meditación activa, de silencio en mitad de todo, las imágenes, los recuerdos, sonidos o palabras de personas que nos rodean, nos hacen salir de este estado de serenidad que es el silencio interior. No pasa nada. No, nada. Tan sólo, hay que volver a “agarrar” nuestra mente, centrar nuestros pensamientos, ajustar nuestras emociones…y dejarnos marchar a nuestro tiempo de silencio.
TIEMPO DE SILENCIO III: FUEGO
Sentada frente al fuego, la espalda fría, la cara ardiendo. Recuerdos de hace tantos años…
Alrededor, todo silencio. Tan sólo, el crepitar de la llama, de las maderas chascando, troceándose y acoplándose unas a otras mientras se van transformado lenta, muy lentamente.
Frente al fuego, sólo silencio. También, mucho más: sensaciones de tranquilidad, bienestar, lentitud…y calor, mucho calor.
Silencio y meditación junto al fuego. Tiempo de parada, de ser dueña de estos instantes que forman la vida sabiendo que, la felicidad, tiene mucho que ver con cómo gestionar el tiempo.
Es tiempo de silencio, sí, pero también, tiempo de vivir.
Tiempo de vida: AIRÖN
Tiempo del antes y el después: KRONOS, que nos conduce, poco a poco, al final.
Instantes para disfrutar, momentos oportunos, ni antes ni después: KAIRÓS.
Kairós, como el fuego, nos transforma. Con Kairós, detenemos el Kronos para vivir, sentir, meditar, identificar una nueva arista. Y, de la misma manera que el fuego quema, esta arista se resiste a dejar de serlo, a ser pulida y redondeada.
No es difícil entenderlo, esta arista no es otra que el TIEMPO. Dejar atrás la prisa, el cronómetro que permanentemente guía las tres columnas, va a requerir, nuevamente, traer el cesto y sacar las herramientas que he de utilizar:
– Un buril afilado, una atención precisa, una quietud interior para observar. Y la calma y bienestar que aporta el fuego.
– Una maza potente, una intención rotunda de reapropiarme de mi tiempo, un deseo firme de reducir la velocidad de mi vida, rescatar partes de lo perdido.
Y, frente al fuego, en silencio, desear y sentir el golpe del mazo en el centro justo del cincel: sentir cómo la fuerza se transmite hasta llegar al punto exacto de la piedra. Vislumbrar el efecto de ese golpe, imaginar los instantes de bienestar que vendrán, disfrutar plenamente…y en silencio.
Los textos anteriores intentan expresar mi manera de vivir, sentir y trabajar el silencio. Creo, que el silencio no se encuentra solo, exclusivamente, en una sala de meditación, en una habitación cerrada, alejado de cualquier ruido. El silencio nos acompaña siempre, está dentro de cada uno mismo. En ese interior donde también guardamos nuestros temores, nuestras inquietudes, nuestros secretos. El silencio espera, tranquilamente, a que dejemos atrás el ruido que permanentemente nos acompaña. Ese ruido que no nos deja parar la mente, que nos impulsa a actuar sin habernos dado el tiempo suficiente para reflexionar.
Sacar de dentro el silencio, envolvernos en él, dejarnos arropar con su suavidad, disfrutar de instantes de quietud. Ese ejercicio es el que deberíamos hacer cotidianamente. Y, como antes expresaba, lo podemos hacer en cualquier lugar, haciendo otras cosas, pero siempre, conectados con nuestro interior y con el silencio de nuestra mente.
He dicho.
Sonia
Hermoso tema. El Silencio, analizado íntimamente desde lo profundo del ser y el silencio en si mismo, hermosa reflexión comparada con los tres elementos, las tres columnas de la Logia y el trabajo sobre la piedra bruta. Felicitaciones, gracias por compartirlo.