Texto de Fernando Pessoa sobre la antimasonería.

Este es un extracto del artículo que Fernando Pessoa publicó en el Diário de Lisboa, nº 4388, el 4 de febrero de 1935, en contra del proyecto de ley del Diputado Jose Cabral, que prohibía las asociaciones secreta, entre ellas la Masonería.

La Masonería está compuesta de tres elementos: un elemento iniciático, por eso secreta, un elemento fraternal, y el elemento que yo llamo humano o social. Esto ha dado lugar a que sea integrada por varias “especies” de hombres, de diferentes grados de inteligencia y de cultura, y que existan variantes de Masonería. Dependiendo de cada país es diferente, sujeta como está a distintas condiciones del medio y del momento histórico, reaccionando, en cuanto a su actitud social, de distinta manera dependiendo del país y la época.

En los dos primeros elementos, iniciático y fraternal, es donde reside esencialmente el espíritu masónico. La Orden no muta, es la misma de siempre e igual todo el Mundo. En cambio, en el tercer elemento, la masonería – como de hecho cualquier institución humana, iniciática o no – presenta aspectos diferentes en función de la mentalidad de los masones individuales que forman cada logia o cada obediencia, y dependiendo de las circunstancias y el entorno de ocasión histórica. En estas diferentes reacciones individuales o grupales la Masonería es ajena a ellas.

Al encarar este tercer factor, todos los masones, sin excepción, se orientan en torno a una sola idea la «tolerancia». Es decir, no imponer ningún dogma a nadie, haciéndole pensar como cada uno desea. Es por eso que la masonería no tiene una doctrina. Todo lo que se llama «la doctrina masónica» son opiniones individuales de los masones, más que de la Orden en sí misma, que quieren proyectar sus ideas en el mundo profano. Son variadísimas van desde el panteísmo naturalista de Oswald Wirth a la mística cristiana de Arthur Edward Waite, ambos intentaron convertir en doctrina el espíritu intangible de la Orden. Sus declaraciones, sin duda, son simplemente las suyas; La masonería no tiene nada que ver con ellos. Ahora bien, el primer error de los Antimasones es tratar de definir el espíritu masónico en general por las declaraciones de los masones individuales. Declaraciones,, normalmente, elegidas con mucha mala fe.

El segundo error de los Antimasones consiste en no querer ver que la Masonería, aunque unidos espiritualmente, físicamente está dividida en Obediencias y Ordenes, a veces en mala relación entre ellas. Su acción social varía incluso dentro del mismo país, de obediencia a obediencia. Las diferencias doctrinales, los personalismos, las tradiciones han causado que en muchos países haya varias Obediencias, si estuviesen todas de acuerdo, si existiese eso que llaman los antimasones, la Masoneria, seguro que se unificarían y no habria razon para la existencia de distintas Federaciones, Ordenes y Obediencias. De ello se deduce que ningún acto político informal de un individuo o una Obediencia puede ser tomado en cuenta como un acto de la Masonería en general.

Se deduce de todo esto que todas las campañas de los antimasones – basadas en esta doble confusión de lo particular con lo general y lo casual con lo permanente – son absolutamente falsas. Nada hasta hoy ha provado que pueda desacreditar a la Masonería. Siguiendo ese criterio – el de evaluar una institución por sus acciones desafortunadamente infelices, o a un hombre por sus fallos o errores ocasionales – ¿que habría en este Mundo sino una abominación? ¿Quiere el Sr. José Cabral que se evalue a los papas Borgia, por sus asesinatos e incestos?¿Quiere considerar la Iglesia de Roma perfectamente definida en su más íntimo espíritu interno por las torturas de los inquisidores o las masacres de los albigenses? Sin embargo, con mucha más razón se podría hacer, puesto que estas crueldades se hicieron por orden y consentimiento de los papas, lo que obligó espiritualmente, toda la Iglesia

Seamos por lo menos justos. Si acusamos a la Francmasonería en general todos estos casos particulares, pongámosla en el crédito, a contrapartida, los beneficios que de ella hemos recibido en igualdad de condiciones. Agradezcan los jesuitas haber recibido cobijo en Prusia en el siglo XVIII por el masón Frederick II cuando habian sido expulsados de todas partes, repudiados por el mismo Papa. Den gracias a la victoria de Waterloo, ya que Wellington y Blücher eran masones. Sean agradecidos por haber sido ella la que creó la base donde llegó a convertirse en la futura victoria de los Aliados – la «Entente Cordiale», obra del Mason Eduardo VII. Por ultimo,tampoco debemos olvidar, que fue obra del masón Goethe la mayor obra de la literatura moderna, el «Fausto». Acabo de una vez. Deje el Sr. José Cabral a la masonería, a los masones y a los que, aunque no lo son, vean,en otro templo la misma Luz. Deje la antimasonería a aquellos locos que son los legítimos descendientes intelectuales del célebre predicador que descubrió que Herodes y Pilatos eran Vigilantes de la Logia de Jerusalén.

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