¿Es posible reunir bajo un mismo techo personas de diferente ideología, diferentes posiciones sobre las creencias o las no creencias?
¿Es posible que esas personas, una vez reunidas, trabajen en pro de un objetivo común?
¿Es posible que ese trabajo se proyecte en el tiempo y sea algo más que una mera coincidencia puntual?
La historia de Le Droit Humain, y en buena medida la de la masonería en general, nos proporciona una respuesta afirmativa.
Le Droit Humain nacía en 1893, hace algunas semanas sendos artículos en este mismo blog se ponían de manifiesto sus 120 años de existencia, y lo hacía removiendo los cimientos de algo que llevaba funcionando más de 170 años y que bajo ningún concepto puede, ni debe, ser considerado como algo monolítico o unitario. No existe la masonería como un ente con entidad jurídica propia. Existen diferentes obediencias que se reúnen en torno a unos principios más o menos comunes, y digo más o menos por cuanto las diferencias filosóficas entre ellas son notables y notorias.
En cualquier caso no voy a hablar de ese ente difuso que es la masonería, sino circunscribirme a aquello que conozco por vivirlo, nuestra Orden, y porque se que en ella se dan, sin la menor duda, las diferencias que abren este post y la existencia de un proyecto común: el Progreso de la Humanidad.
Precisamente ese común proyecto es lo que sirve de cemento, de argamasa, capaz de reunir distintas, en ocasiones muy distintas, sensibilidades en los social, lo político, lo filosófico, en el terreno de las creencias. Seguramente hasta en la manera de entender el propio concepto de progreso aunque evidentemente partiendo de un mínimo común denominador.
Mínimo común denominador que se expresa de una manera muy clara en la aclamación que se utiliza en la aperturas y cierre de nuestros trabajos Libertad, Igualdad, Fraternidad. Expresadas como un todo indivisible porque unas sin las otras son imposibles en nuestra concepción de la sociedad que perseguimos
A ese aunar esfuerzos se llega desde el convencimiento de que lo que dice, piensa, el otro es importante y merece nuestra atención.
A esa comunión se accede desde la tolerancia hacia las posiciones divergentes. Tolerancia entendida como sinónimo de respeto y no como permisividad desde una posición intelectual o social que podamos -vana y fatuamente- creer superior.
A esa comunión se accede desde otro de los pilares en los que se sustenta nuestra convivencia, el laicismo. Poderosa palanca que nos permite superar las barreras que se levantan desde opciones dogmáticas ligadas a las creencias.
Un pilar tan trascendental para nuestra convivencia que ha sido recogido en el Capítulo I, Artículo 3º de nuestra Constitución internacional, texto refundido de 2012: Fieles al principio de laicidad, respetuosos de la absoluta libertad de conciencia de cada uno, los miembros de la Orden trabajan para ejercitar los principios de libertad, igualdad y fraternidad y para obtener para todos los seres humanos, el más alto desarrollo moral, intelectual y espiritual, condición básica de la felicidad que le es posible conseguir a cada persona en una humanidad fraternalmente organizada.
Bien, ya se que ese mínimo común denominador tiene unas notables exigencias y que es posible que pueda dejar a mucha gente fuera del proyecto, pero esa es la realidad. No somos una organización de masas, todo lo contrario, pero al igual que la levadura estamos convencidos de que nuestro mensaje, nuestra filosofía y nuestro sentido del Progreso, desligado de lo material como exclusivo leit motiv, terminará calando en la sociedad e irá haciendo, despacio, pero sin pausa que cada día unos pocos seres humanos en todo el planeta se sumen a nuestro proyecto de mínimos tan máximos.
Excelente explicación, muy clara, que permite visualizar con claridad los principios de la Orden.
T:.A:.F:. con mucho amor fraternal.
Como ideal, indiscutible, incluso diría q modesto, pq no sublima la masonería más allá de lo razonablemente exigible, pero en tanto en cuanto q formada por humanos -demasiado a veces, y no solo en el sentido positivo- hay ocasiones en q dudo q esos mínimos comunes sean divisores y no múltiplos. Bien cierto es q no queda más remedio q trabajar más aún con el material q se tiene.