Recientemente la Obra Social de La Caixa-Madrid ha mostrado una exposición concebida por El Musée du Quai Branly: “Maestros del caos: Artistas y Chamanes”. En esta exposición se trataba de interpretar como la tensión entre El caos y El Orden era necesaria para lograr cierto equilibrio y continuidad en el Universo.

Intentaba así mismo sugerir como a lo largo de las épocas la Humanidad concibe la imperfección del mundo como un escenario en el que la necesidad de mediar obliga a penetrar en espacios supuestamente mágicos, a fin de operar hacía un futuro de domino de los desequilibrios convulsos. La exposición presentaba los rituales, los cultos animistas que a lo largo del tiempo han creado los humanos a este fin.

Mi plancha quiere hacer una reflexión sobre esa misma necesidad, y la raíz esencial de un desequilibrio constitutivo de todo crecimiento. El paradigma por excelencia.

 

El Caos y el Orden, esa unidad que se presenta sin embargo dividida a nuestros ojos. Orden y Caos quizás esa dualidad primigenia, esencial, nuclear en toda perspectiva con que la especie humana observa el universo desconocido, oculto, misterios. Caos y Orden, cuna de todos los panteones míticos, de todas las religiones que la humanidad ha creado para sobrevivir en la incertidumbre de su soledad, en su sencillez y al mismo tiempo su grandeza.

 Sin embargo existe una gran confusión entre ambos. Parece que se cruzan a la par que se diferencian. Es como un espectáculo de la epopeya de los Tiempos. No se repelen pero se presentan adversos, o al menos el profundo humano los imagina, en su interior, como en una lucha eterna

 ¿Pero es realmente este su significado? ¿Significan ambas palabras algo diferente a la mirada del observador?

 El Caos se nos antoja informe, y es por ello valorado, y lo más importante, juzgado, negativamente. Incluso se le atribuye un color oscuro, negro, como el color humano de los habitantes de los submundos. Esa monstruosidad de lo Informe, como acechando siempre, como intentando atraernos hacia un vacio de sentido, para devorarnos a nosotros, los poseedores de las llaves del Bien y el Mal

 El Caos, ese Abismo Original, del que es mejor huir, alejarse, hacia la luz de la Razón que lo ordena. Que lo ordena todo, porque ya sabemos como la Razón nos hace blancos, androcéntricos y centrales, frente a todas las periferias peligrosas, incultas, oscuras.

 Pero El Caos curiosamente libera, mientras sin dudad La Razón del Orden, restringe, limita el infinito , y más a nosotros, humanos, estrellas del Absoluto en el Abismo Caótico del Universo, ese Universo del Caos que nos rodea,

 ¿Es este sentimiento humano fruto de un temor ancestral? La necesidad de ordenar, de nombrar, de establecer la geometría de todas las casuales, esa voluntad ansiosa por fijar certezas, certitudes fijas, de establecer una existencia censada ¿De dónde procede?

 Probablemente las respuestas serán fáciles de reconocerse entre sí y con ello una calma serena nos protegería de toda duda. Sin embargo algunas dudas aparecen pronto ¿Nos engaña el “Censor”? O mejor dicho ¿El “Censor” establece protocolos de reconocimiento, de ordenación que guían hacia un Oriente predeterminado? No lo sé, sinceramente, pero me asalta la duda de seguir en una dirección que se presenta “objetiva”, y sea capaz de olvidar toda “subjetividad” en mi.

 Creo que la Humanidad siente la llamada del Caos pero la reprime. Esta llamada tiene voces de colores y sonidos muy diversos, llamados que resuena en el interior del corazón vivo, de todos los corazones que quieren vivir libres para dar más vida. Esos estímulos procedentes de la Fuente de la Creación son en definitiva todo el impulso necesario para seguir existiendo como Humanidad. Pero los humanos, edad tras edad busca siempre el Logos como Arca de la Alianza que nos proteja.

 Los humanos necesitamos crear conceptos constantemente, nombrar para atrapar, instrumentos de análisis para reducir la Fuerza profunda de la Vida a un marco de arquitectura que nos permita comprender toda relación, la Apophenia, reduciendo la geometría solo a reglas de reconocimiento. La Danza sin embargo busca la Espiral Infinita.

 Ygelia

 

4 Comentarios

  1. Quizás el Ser Humano, libre, liberado de ataduras sociales, liberado de miedos tienda al Chaos, no es contar Él contra quien nos esforzamos a diario, mas bien intenatmos huir de miedos, inseguridades,… que levantan muros segun vamos olvidando ser niños.

    Quizás la Masonería nos sirva para volver a bailar, volver a ser niños,.. constructores.

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  2. Generalizar todo en el Caos quizás no nos lleve a una conclusión válida, o al menos aceptable. Si el orden es racional y el hombre es el centro del universo, estoy contigo en la suspicacia respecto al camino objetivo prefijado y la subjetividad propia cada vez más olvidada. Pero ello no hace abrazar al Caos como liberador. No soy adorador de la Razón, más que nada porque la razón no sabe concebir la nada, y ella tiene un opuesto, que es la llamada «locura» y no sabiendo que hacer ese «orden que pone al hombre en el centro» -yo lo llamo liberalismo y ahora neoliberalismo- , con las personas que no quieren acatar sus valores «objetivos» los manda a los manicomios o a las cárceles para que la sociedad no los vea, no conviva con ellos, no se contagie.
    Pero el Caos no lo veo con la virtud de redimirnos, sí como una idea romántica, pero no liberatoria. La carencia de cualquier orden, limitarse a sentir a contemplar sin intervenir es imposible en el ser humano, y ello no por cultura o educación, sino por necesidad orgánica, vital.

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  3. LA RAZON ES EL INIO DEL CAOS Y EL CAOS ES EL INIO DE LA RAZON.
    MJL.

    AMBAS LOGRAN UN CONICIENTO PARTIENDO DE LO OBJETIVO, QUE LLEGA A LA IDEA Y LA SUMA DE ESTAS. AL PROCESO DEL CONOCER (IMPLICA RAZON Y CAOS – CAOS Y RAZON) FINALMENTE DA COMO RESULTADO UN CONOCIMIENTO APLICADO. (BASICO /APLICADO)
    MJL.

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  4. El caos es un modo de orden. Solo nuestras inseguridades nos lo muestran desaconsejable. Aprender a vivir en el caos es volver a jugar, como dice Pedro. ¡Juguemos sin miedo! Menandro

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