la puerta abierta. msonería y libertad

Veronique Loquet

La Orden Masónica Mixta Internacional Le Droit Humain guarda en su interior un tesoro, un aparentemente sencillo tesoro, pero de una gran trascendencia humana. Es un
tesoro que se descubre y se desvela desde el sentimiento, no desde la razón, y es precisamente este aspecto el que le dota de un significado radicalmente emancipador, liberador, para las conciencias de los francmasones. He elegido algunas palabras para intentar trasladarlo al corazón de todas y todos los francmasones, para que actúe allí, sabiduría, exigencia, consentimiento.

Y todo empezó con un gesto ritual. En Le Droit Humain ciertos gestos son esenciales,
desde su inicio lo han sido.

El día 14 de febrero de 1882 se oyeron estas palabras en una logia masónica. Nunca antes
una mujer las había pronunciado. Solamente por ello representan un antes y después del devenir de la Francmasonería. Son en cierta medida un landmark, un hito, pero nunca un landmark que constituya límites, es un landmark más bien abierto, no fronterizo.

«La Puerta que habéis abierto no se cerrará jamás para mí y toda una legión me seguirá. Habéis dado prueba, mis hermanos, de sabiduría y energía. Gracias a vosotros se ha vencido un prejuicio».1

Siempre me han fascinado estas palabras, dan en lo más profundo de la condición francmasónica, ellas representan el fundamente de origen de Le Droit Humain, la piedra del ángulo. Son pronunciadas como naciendo de una «falta», de una limitación que la historia humana permitió, y desde ellas, con una voluntad de ser, en una acción ritual, simbólica, consciente. Representan una intención consciente, con voluntad, hacia un objetivo. Si las meditamos en silencio descubriremos un fondo de rebeldía, una reclamación, una exigencia, y sin duda fueron pronunciadas desde este sentimiento. Siendo precisamente este el Tesoro que guarda en su interior la OMMI Le DH. Las palabras pronunciadas por M. Deraismes el 14 de febrero de 1882.

También por primera vez se anunciaba la permanente apertura del occidente, aquel lugar oscuro en el que la mitad de la Humanidad estaba incluida y por ello excluida. Esa clausura que impedía caminar juntos, paradójicamente, como hermanos.

El Discurso presenta sin embargo otros aspectos que conformaban esa misma voluntad exigente, decidida, por participar en cierto Arte y Misterio, porque no se trataba en absoluto de crear una estructura paralela masónica, no, por el contrario se trataba de esa voluntad por una FM completa, plena, una FM que incluyese a toda la Humanidad. Ese era y es el objeto de Le Droit Humain.

¿Por qué observamos con admiración aquel 14 de febrero de 1882?

Porque fue un gesto sabio. La ignorancia es a veces una actitud deliberada. A veces no
se quiere ver.

«No se quiere ver porque no se puede ver, porque el lugar que ocupa en el sistema determina, para él tanto como para los otros un modo de acomodación que determina a su vez una forma de desconocimiento. […] Sabio es aquel que conoce esta identidad de las razones del sistema y de las razones de su desconocimiento. […] Hay un verdadero saber que sabe y un falso saber que ignora. El falso saber esclaviza, el verdadero saber libera».2

Es por ello que Maria Deraismes dijo aquello de «habéis dado prueba hermanos de sabiduría y energía».

Pero la decisión de quebrar el juramento recibiendo a una mujer en logia, ¿fue un gesto
de indisciplina? No, en absoluto. Disciplina esta es una de las palabras del lenguaje excluyente.

«Una disciplina es siempre algo más que la explotación de un territorio del saber. Es la constitución de ese territorio, por tanto la demostración de una idea del saber. Y una idea del saber quiere decir un reglamento de la relación entre los saberes y las ignorancias».3

La Francmasonería era a través de la regla emanada de la disciplina, una forma de saber,
y sigue siéndolo en gran medida.

«Disciplina, es antes de nada la construcción de un territorio. La sociedad bien ordenada en que los cuerpos, tuvieran las percepciones, las sensaciones y los pensamientos que les corresponden».4

Es por ello mismo que manifestar la voluntad de crear un espacio sin fronteras es también tener la voluntad de crear un espacio de igualdad. ¿Cómo no poder comprenderlo?

Pero, ¿por qué este gesto?

Ya sabemos como la opresión patriarcal es trágica para todos, pero en FM esta opresión
hace que se aleje, como imagen, como sentido, de sí misma, de su íntimo significado profundo, su fundamente, la fraternidad humana, la fraternidad en el género humano, dentro de él, entre sus miembros. Por ello un grupo de hermanos, quebrando su juramento, recibieron en logia justa y perfecta, a una mujer, y lo hicieron con «sabiduría y energía». La historia nos descubre y hace ver como esos gestos restituyen y reconstruyen. Toda la ceremonia fue sin duda un landmark de la historia masónica, de nuestra historia. Y con el tiempo, logrado ya ese Consentimiento íntimo veremos esa fecha como un momento clave al Progreso de la Humanidad. Así también recuperamos ese impulso al iniciar nuestros trabajos.

Este es el tesoro con el que nació la OMMI Le Droit Humain. Y es esa voluntad que la
misma M. Deraismes proclamó y por la que trabajamos.

«Permaneced unidos, ayudaros, socorreros. Y no permitáis nunca que se rompa vuestra Cadena de Unión. Que el eslabón que va a romperse no sea causa de debilidad, y soldándole numerosos eslabones nuevos, acrecentad la fuerza de la cadena. No olvidéis que la puerta del templo debe permanecer abierta para nuestros hermanos y nuestras hermanas.
La masonería que se ha practicado hasta ahora pertenece al pasado. Vosotras, mis hermanas, practicad la masonería de futuro. Os dejo el templo inacabado , buscad entre sus columnas, El Derecho de la Humanidad».5

El Desafío del nacimiento del DH constituye ese Derecho de la Humanidad, ese derecho en la Francmasonería, el desafío de un consentimiento entre sus miembros. El Templo estaba y «está inacabado», por ello buscamos, afanosamente, El Derecho de la Humanidad.

Pero preguntemos. ¿Cuál era el origen de esa «falta», del prejuicio del que Deraismes
nos habla? Y a su vez, ¿cuál es ese Derecho de la Humanidad?

Maria Deraismes nos invita a profundizar constantemente en ello, como principio pero también como fin. Más allá del encuentro, en la paradoja de una Francmasonería mutilada y por lo tanto incapaz de trabajar plenamente al Progreso de la Humanidad.

Pero la pregunta debemos hacerla pensando en esa posición auténticamente conservadora que ha impuesto formas y estructuras de legitimación y otras de clausura. Porque en ese proceso se construyeron y aún hoy en día se construyen narrativas que fortalecen cierta subjetividad impuesta. La «Regularidad» como pretendida marca legítima es una de ellas, pero las hay, y muchas otras mas…

Consentimiento, o exigencia, ese es y era el dilema. Siempre.

«El ideal del consentimiento sólo tiene sentido en la medida en que los términos en cuestión se entreguen a un significado de forma consensuada. Los términos con significados equívocos serían por tanto una amenaza al ideal de consenso. […] La frontera que produce lo decible al excluir ciertas formas de discurso se convierte en una forma de censura. […] Lo que está en cuestión es la distinción entre una suposición de consenso idealizadora, y otra que todavía ha de ser articulada, desafiando las convenciones que gobiernan nuestras imágenes del futuro».6

Consentimiento es la segunda palabra. Consentimiento, término que induce a suponer un encuentro humano, encuentro gozoso, aplicable y extensible a todos los espejos posibles en que ese encuentro se produce dentro de la Humanidad. En la Francmasonería también debiera haber sido así.

¿Ha existido consentimiento en Francmasonería, entre sus miembros? Yo creo más bien
que hablamos de censura en algún caso. Es lo que pretendo con ello imaginar el futuro en
el discurso fundacional de Deraismes.

La recepción de Maria Deraismes significó una ruptura con esa censura, la censura que
impedía vivir una FM de plenitud. Esa censura había y sigue clausurando voces humanas,
ante el temor de la certeza de un fin próximo. Y es precisamente con el objeto de construir una francmasonería de futuro que nació el DH.

Probablemente, la Francmasonería, apareció en la historia de los hombres con el fin de
superar dualidades, reformados versus católicos romanos versus gnósticos…, etc. Pero debo añadir inmediatamente, como desde el primer momento, esta palabra emanaba del substrato sociocultural, sustrato androcéntrico, central/europeo. Masculino por tanto.
Y por lo tanto un constructor sociocultural determinado, encontrando su explicación
última, en la identidad masculina, entendida esta como la Identidad con mayúsculas. Para
algunos francmasones, aún hoy en día, representa el soporte de su trabajo «regular», concepción heteronormativa, como tantas y tantas áreas del encuentro humano, contra los que todos los días elevamos nuestras voces y nuestra alegría, ese gay savoir del corazón, y de los cuerpos y sus sentimientos.

«El concepto histórico y perfomativo del género tiene una relación tensa con la diferencia sexual, y en este sentido la diferencia sexual forma una parte esencial de cualquier explicación a la que el ser humano puede recurrir sobre su origen».7

Y añado, y a su misterio, el Misterio y el Arte que los «francmasones» guardamos. «Somos los guardianes del sueño», dice el ritual cuando nuestros brazos y miradas se cruzan alegres y satisfechos al final de la jornada concluida.

Pero, se abrió La Puerta, y por ella penetraron Legión.

Cuando Maria Deraismes fue recibida en la logia Los Librepensadores, dijo algo cuya importancia va más allá de la ceremonia puntual: «Dejo la puerta entreabierta…». Y en ese gesto anunció un futuro «deshacer el género como poder». Ese también conforma el Tesoro que subyace en aquel instante. Deshacer el género, oponiéndonos a la reivindicación de una identidad normativa, heteronormativa.

¿Por qué? Porque los seres humanos que se sienten del género del GADU, sienten ese poder de lo masculino como validación del Sistema, que en definitiva se había transformado la FM.

Maria Deraismes intuyó un nuevo paradigma masónico y para ello desplazó hacia Occidente, hacia la Puerta, la responsabilidad de un nuevo futuro. «La puerta que habéis abierto no se cerrará jamás y toda una legión me seguirá». Sabía cómo ese nuevo paradigma debería presentar principios éticos y científicos simbólicos nuevos, como corresponderían sin duda a una Francmasonería plena.

El encuentro con lo humano que vive en todos nosotros, con esa Verdad que siempre es un consenso, nos exige desplegar un viaje con la alteridad. Y ese viaje está lleno de mojones, landmarks, pero estos son móviles, los manejamos nosotros mismos para ir marcando el camino y sus señales.

Un 14 de febrero de 1882, una mujer marcó un mojón libre, un nuevo landmark. Nuestra existencia es ese peregrinaje. Y en él redefinimos constantemente, desregulamos.

El Tesoro del DH se llama Consentimiento profundo, se llama Exigencia, se llama Sabiduría.


1.-Fragmento del discurso pronunciado por Maria Deraismes, el día de su recepción en la logia Los Librepensadores, al Or.·. De Pecq
2.-Jacques Rancière, «Pensar entre las disciplinas», Rv. Inaesthetik, junio 2008
3.–Jacques Rancière
4.–Jacques Rancière
5.-Maria Deraismes
6.-Judith Butler, Lenguaje, poder e identidad
7.-Judith Butler

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