En el viaje que arranca en el momento en el que somos iniciados debemos tener siempre la vista puesta en el horizonte, pues de este modo nuestra meta siempre estará un poco más allá de donde suponemos que se haya en cada uno de nuestros pasos. Será esta la manera de que nunca demos por concluido nuestro trabajo ya que siempre habrá un «más», un nuevo pulido que realizar a nuestra piedra bruta en el trabajo para convertirla en una piedra cúbica perfecta.
Con igual espíritu deberemos encarar nuestro trabajo en pro del «Progreso de la Humanidad», siempre habrá un «más allá» que conquistar porque el progreso humano, cuando engloba algo más que cuestiones puramente materiales, siempre tiene un plus de exigencia. Siempre podremos exigir más libertad, más derechos, que la fraternidad sea más auténtica, que la igualdad de oportunidades sea más real, porque todos estos conceptos siempre tendrán un «más» al que acceder y, por supuesto, un status que defender so pena de que, al igual que ocurre con la piedra por el paso del tiempo, se vayan desprendiendo pequeñas partículas que harán que el edifico se vuelva frágil y endeble.
Más allá, más adentro, porque este camino también tiene el componente esotérico, el viaje hacia el interior de nosotros mismos que nos indica el acróstico V.I.T.R.I.O.L. que encontramos en el instante previo a ser iniciados. No podemos caminar más allá sino somos capaces de hacerlo más adentro, y ésto es un trabajo duro y difícil, mucho más que el camino exotérico.
Porque al igual que hay un «Plus Ultra» existe un «Plus Infra», nos indican los dos caminos que, juntos y paralelamente, conforman el camino que debemos recorrer. El uno sin el otro no sirve de nada, hacen que el trabajo sea incompleto y la construcción carente de alguno de sus elementos.
Es fácil realizar el camino exotérico; solemos hacerlo en compañía; el progreso es tangible, sino por nosotros por alquien que nos acompaña en el viaje. En todo caso siempre será un trabajo en el que iremos coincidiendo con otras personas que, de otro modo, con otro método, sin necesidad de la parte iniciática del camino, persigan los mismos o muy parecidos fines que a nosotros nos mueven. En ese sentido no tenemos la exclusiva aún cuando sí un método distinto, tan distinto que no es difícil que en ocasiones resulte de difícil comprensión para quienes no lo trabajan, o no ponen el debido cuidado en su ejecución.
Por el contrario el otro, el esotérico, el que necesariamente debemos hacer en solitario, es complejo, frustrante, sus frutos difícilmente salen al exterior; en ocasiones ni nosotros mismo nos damos cuenta de si avanzamos o retrocedemos. No tendremos la suerte, salvo en contadísimas ocasiones, de llegar a la comunión con alguien que, encontrándose en nuestra misma situación, pueda decirnos «vas bien», «vas mal», y eso hace que ese camino deba ser recorrido a ciegas, a golpe de intuición y prestos a las señales que nuestro entorno exterior pueda enviarnos y que deberemos saber interpretar.
Si no conseguimos que ambos caminos vayan perfectamente paralelos el trabajo no se moverá por el cauce adecuado y, posiblemente, en algún recodo del camino se convertirán en vías divergentes hasta el extremo de que terminaremos por perder una de las dos al resultar imposible conciliar ambas. En ese momento habremos perdido la esencia de nuestro trabajo, conciliar lo exotérico con lo esotérico, y estaremos entrando en riesgo de salirnos de aquella vía por la que comenzamos a circular cuando fuimos iniciados.
Muy buen trabajo, gracias por compartirlo. Un T:.A:.F:.
Cada día más convencido q son pocas todas las veces q se recuerde, insista y preconice el imprescindible trabajo interior q debe acompañar y preceder al realizado hacia afuera: demasiadas veces el prestigio de la solidaridad externa, llama como la luz a las polillas y nos olvidamos de q nada es posible sin el camino interior. TAF