Hace algún tiempo se publicaba en este mismo blog un post [1] en el que se recogía una reflexión de la Hna.·. Irene Mainguy sobre esta herramienta que ya se pone en manos del aprendiz para que comience su andadura. Decía, entre otras cosas, la Hna.·. Mainguy que «la regla utilizada de la manera correcta ayuda al masón a encontrar la medida, la precisión y la corrección en su conducta, el orden inherente a todas las cosas, la disciplina diaria, la presencia en el instante, la atención a todo lo que hace, la constancia en su libremente asumido compromiso de realizar la construcción de su templo interior». Quisiera a partir de estas reflexiones construir algo más.
Creo que sería bueno, tras las palabras de la Hª Mainguy, comenzar a dejar en el rincón de los trastos viejos, seguramente no inútiles aunque probablemente inservibles, algunos de los conceptos que se van tomando como tradicionales y sobre los que nadie quiere convertirse en el verdugo de su definitiva desaparición.
Ni una sola palabra referida a la famosa división de la regla de las veinticuatro pulgadas. ¿Nos importa cual es su medida en términos profanos?¿Para qué? No es una medida del tiempo y por tanto deberíamos preguntarnos por la razón que lleva a muchos a hablar de la división del día en tercios precisos y exactos para cumplir con el trabajo, el estudio y el descanso. ¿Por qué esa exactitud?¿Por qué aplicar la regla para medir el tiempo que es algo inaprensible? ¿Por qué seguir permitiendo que esa tradición judeocristiana que todo lo cubre en nuestra cultura nos indique también como enfrentarnos a nuestro trabajo? Nuestro trabajo que es construir, construir nuestro propio templo interior y al mismo tiempo construir el del progreso de la humanidad, y para el que no necesitamos sentir sobre nosotros el peso del tiempo. Construimos sin prisa.
La regla es un instrumento de fácil utilización y que por ello puede ser puesto en las manos de un aprendiz sin temor a un mal uso. Simplemente se trata, en un primer momento, de marcar líneas rectas entre dos puntos aunque algo más adelante la utilicemos para medir la distancia que existe entre ambos. En ese momento deberemos ser cuidadosos aunque ya habremos aprendido algo más, lo suficiente como para no cometer errores.
La regla se utiliza sobre el plano, no trazamos líneas en el espacio. No hay arriba ni abajo, cuerpo o espíritu; hay adelante, atrás, a la izquierda, a la derecha; puntos sobre un plano, a nivel de la tierra, de nuestra propia humanidad y para nuestro propio trabajo en la esfera más terrenal.
Se trata de una herramienta que nos permitirá trazar líneas rectas que marcarán nuestro viaje hacia allá dondequiera que decidamos dirigirnos en cada momento; su utilización evitará que nuestro camino sea errático, nos permitirá recorrerlo utilizando la distancia más corta y eso nos hará llegar antes y llegar en mejores condiciones para seguir hacia el siguiente tramo.
Como dice Mainguy, el caminar rectamente exige, también, una disciplina. No es algo ajeno al método masónico, comenzamos a saber de ella en el momento en el que somos iniciados y se nos priva del uso de la palabra, que gran momento en el que probamos la dureza del silencio y que gran momento en el que comenzamos a escuchar. La utilización de la recta hace que no nos distraigamos de aquello que es importante, aquello que cada cual decide que es importante pero siempre atentos a la rectitud de nuestras metas
La regla también es un instrumento de medida. ¿Qué medir?¿Cómo?
Medirnos a nosotros mismos en primer lugar y si acaso medir a los demás también pero con tino, siempre desde la Igualdad en la que todos nos movemos en la cantera. Esa igualdad es la que hace que la regla tenga siempre la misma longitud midamos lo que midamos o a quien midamos.
Pedro-José Vila MM.·.
Gracias por compartir, exelente y oportuna la plancha, una recordación de una herramienta simbólica muy importante para la construcción de nuestro templo interior T.:A.:F.: