Revisando antiguos papeles me he encontrado con el texto que sigue, sin más firma que «el Segundo Vigilante», no tiene membrete, pero puedo asegurar que ha sido leído en alguna logia en la que, por lo que deja traslucir el propio texto, se consideraba igual a todas las personas. Creo que no necesita ningún comentario adicional.
Venerable Maestro, Queridas Hermanas y Hermanos, vais loa permitir que me dirija a esta asamblea con unas palabras que no son habituales en las logias ya que mientras que es costumbre proceder a dar la bienvenida de los iniciados, o de quienes acceden a un nuevo grado, no lo es que quien se ha ocupado de la formación pueda despedirse de quienes hasta la fecha han estado bajo su cuidado. Rompiendo la tradición, cuantas veces en nuestra Orden la hemos roto desde el momento en que se fundó, me permitiré despedirme de quienes dentro de un momento dejarán de estar a mi cuidado porque habrá llegado el momento de que exploren nuevas vías.
Queridas Hermanas y Hermanos, las despedidas tienen, normalmente, un punto de tristeza pues suponen un alejamiento, una separación, un distanciamiento; pueden ser el resultado de la pérdida de alguien a quien se quiere o aprecia especialmente. No es el caso, aquí no hay ni distanciamiento, ni pérdida, ni alejamiento, simplemente se trata de desear buen camino a quienes durante un tiempo han estado a mi cuidado y han llegado al momento en que deben explorar nuevas vías.
Se van del Norte al Sur; de la luz plena aunque tamizada a un lugar en el que la luz, a sus espaldas, les mostrará el rostro iluminado de quienes hasta ahora mismo caminaban a su lado y que les llegará reflejada desde la columna del Norte quizás para que nunca olviden que el aprendizaje es una constante en masonería.
Queridas Hermanas y Hermanos, todavía Aprendices, habéis caminado lo suficiente como para que la Cámara de Compañeros considere que ha llegado el momento de que os unáis a ella aunque de sobra sabéis que no os encontráis en el mismo punto del camino. Llegáis nuevos a uniros a quienes llevan un tiempo de camino en esta etapa nueva para vosotros y ya vieja para muchos de quienes se encuentran en ella. Tan vieja que están a punto de dar un pequeño salto hacia la siguiente.
La distancia caminada no es lo importante sino el esfuerzo realizado para llegar al punto en el que os encontráis, puesto que se supone, y lo puedo corroborar, todos habéis hecho un esfuerzo por pulir vuestra piedra bruta en las canteras en las que trabajan los Aprendices.
Este tiempo que hemos pasado juntos ha sido importante para vosotros, desde luego, pero no lo ha sido menos para mi. Me habéis dado la oportunidad de volver sobre mis pasos y repensar los trazados burilados hace ya muchos años, verlos desde una nueva perspectiva y darme cuenta de que no eran tan buenos como yo pensaba. De hecho hay alguno que no deberían haber visto la luz pero era otro tiempo y otro lugar y otra manera de trabajar. No diré que peor pero sí diferente y, con la perspectiva que da el tiempo y la experiencia, menos apropiada para conseguir buenas piedras. Por todo ello queridas Hermanas y Hermanos, gracias. Gracias porque la experiencia ha sido vivificadora y ha hecho realidad eso que tantas veces decimos, los masones somos siempre aprendices.
Queridas Hermanas y Hermanos, he tratado de enseñaros a distinguir las piedras, sus vetas, el lugar idóneo para aplicar el golpe; el uso de la plomada como preciosa herramienta para mantener la verticalidad perfecta y elevaros desde lo material a lo más espiritual; el manejo de la regla para marcar el camino recto y adecuado y la más precisa medida de las cosas.
Empezáis una nueva etapa más libres, se os ha devuelto la palabra y espero que el tiempo en el que se os privó de ella haya servido para que vuestras intervenciones se hagan desde la reflexión y la construcción.
Buena singladura y que vuestra arribada a puerto sea fructífera
Vuestro Segundo Vigilante»
Un TAF:. con amor fraternal para el Q:.H:. Spartacus. Hermosa plancha de despedida a los QQ:.HH:. AA:., concreta , tierna al extremo y digna de ser tomada en cuenta al final del trabajo del Segundo Vigilante.Felicitaciones
Saber despedirse es un arte. Tuvo q ser un buen vigilante.
Más que un gran Vigilante una gran piedra que orgullo ser que somos masones