Si bien es cierto que se dice y se repite hasta la saciedad que la masonería no se mete en política, no lo es menos que lo que realmente no hace es entrar en el debate partidista, cuestión harto diferente, y que ello explique el posicionamiento de las obediencias masónicas ante hechos sociales relevantes.
La cuestión republicana -la conveniencia o no de ir hacia una república- podría ser, quizás, el máximo exponente de ese estar en política pero por encima de las pequeñas miserias que acompañan a la acción de los partidos políticos. En éste sentido quizás sea bueno recordar algunas aportaciones de la historiografía española sobre el papel de la masonería en ámbitos ajenos a su primordial razón de ser, la vía iniciática, » Los arquitectos de la República» de Luis P. Martín , «La masonería escuela de formación de ciudadanos» de Pedro Martínez Lázaro y el trabajo del profesor Valín «Masonería y movimiento obrero».
¿Cual podría ser el enlace entre la masonería y el republicanismo, la idea de la República? Si nos referimos a lo que se conoce como masonería regular y de manera más concreta a la Gran Logia Unida de Inglaterra, podríamos decir que nada ya que esta se encuentra perfectamente imbricada en el establishment británico y por tanto en la monarquía, aunque si tomamos como referencia la primigenia masonería a la que pertenecían muchos de los padres fundadores de los Estados Unidos de América del Norte nuestra conclusión sería a todas luces bien diferente.
El republicanismo es un concepto que está por encima de la ideología y la vida de los partidos políticos, nace del concepto de igualdad y se liga a la libertad aunque es evidente que, como la historia se encarga de demostrarnos, una república no es garantía «per se» del disfrute de ninguna de ellas.
Sin entrar en la discusión de qué fue primero si el huevo o la gallina con lo que respecta a la paternidad de la masonería sobre la Revolución francesa, paternidad por otra parte harto dudosa aunque parece innegable la participación de masones en la misma, podemos decir que la propia esencia de la masonería continental y la que llevó los ideales de libertad y emancipación a las colonias españolas en América, sí tuvo mucho que ver con las enseñanzas que algunos de los próceres latinoamericanos del XIX recibieron en las logias a las que pertenecieron.
La divisa de la masonería liberal -Libertad, Igualdad, Fraternidad- es en sí misma un compendio del espíritu republicano nacido con la Revolución francesa y entendido este como un concepto político por encima de ideologías concretas, y que exige un respeto a determinados derechos considerados fundamentales. Precisamente ese respeto a valores humanistas hace que concepciones ideológicas, muy en voga en estos momentos, no puedan ser encuadradas dentro del republicanismo por el simple hecho de que rechazan la indivisibilidad del lema republicano por excelencia.
El acatamiento al régimen constituido no impide que se procure, democráticamente, su cambio y por tanto que se trabaje por la instauración de un régimen en el que sea más fácil alcanzar los fines últimos de la masonería: la construcción de sociedades más libres, justas, igualitarias y fraternas. No es tanto un problema de antimonarquismo como que, en base a la premisa de igualdad, resulta intolerable la existencia de privilegios basados en la «sangre», tampoco en cualquier otra consideración sea esta de carácter político, económico o social.
Ahora bien, no se debe pensar que un cambio de régimen consiste en la simple limpieza de la fachada ya que se trata de algo más profundo, la construcción de una nueva sociedad basada en los valores que se entienden intrínsecos a una Republica y que en buena parte son aquellos que, de alguna manera, se aprenden y practican en la convivencia de las logias, respeto, igualdad, libertad ….. y que son virtudes que están, deben estarlo, por encima de ideologías y creencias.
Es evidente, desde la perspectiva de quien esto firma, que no se puede entender el hecho de «ser» masón o masona si ello no va ligado a un ideal republicano, de preeminencia de la ciudadanía y sus derechos sobre cualquier otra consideración política. El ser humano , sus derechos y necesidades básicas parecen ser difícilmente defendibles desde regímenes que desprecian la igualdad al estar basados en la primacía de derechos de sangre sobre los de ciudadanía.
Aportación interesante. Gracias.