La divisa masónica por excelencia y que encabeza este breve comentario, recoge de una manera condensada lo que es el ser de la masonería liberal y la propia esencia del pensamiento de sus miembros, y ello con independencia de cualquier otra consideración de índole mas «espiritual».

No se trata de una divisa troceable, no se puede entender por separado ya que su sentido y significado quedaría seriamente adulterado. La Libertad sin sus acompañantes deviene en el gobierno de los más fuertes en detrimento de los más débiles, la Fraternidad sin Igualdad es muy fácil que termine en una simple relación caritativa en la que quien da humilla, aún sin ser consciente de ello, a quien recibe porque se ejerce desde una posición de superioridad.

Aunque cada cual puede intentar cualquiera de las múltiples combinaciones posibles en función de cuantos elementos tomemos en cada una de ellas, únicamente cuando sus tres elementos aparezcan juntos tendrá auténtico significado para un franc-masón. La falta de cualquiera de ellos daría como resultado una filosofía diferente, y no mejor, que aquella que nos mueve.

Divisa revolucionaria donde las haya, nacida de una Revolución que terminó con el Antiguo Régimen para tratar de instaurar un nuevo modelo de convivencia social.  Su implantación lleva un camino tortuoso, lento y con más retrocesos que avances aunque el  recorrido sea importante y nada despreciable y en ocasiones pensemos que deshacemos una parte del camino andado. Por fortuna, en nuestras logias, micro-sociedades pero no por ello carentes de complejidad dada la heterogeneidad de sus miembros, el camino se va haciendo con más velocidad y de una manera más rectilínea.

Divisa republicana, aunque en muchas ocasiones se la haya vaciado de contenido real, parece haber encontrado cómodo y natural asiento en nuestras logias. En la tranquilidad de nuestros talleres procuramos conjugar -no sin esfuerzo en ocasiones- sus tres componentes aunque en ocasiones el resultado no resulte todo lo perfecto que nos gustaría.

Como parte  de nuestro ritual debemos tratar de interiorizarle para que sea trasladada de una forma automática, pero consciente, a nuestro proceder en la vida profana y cumplir así el mandato de terminar fuera la obra comenzada dentro

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