Artículo publicado en CABALLEROS DE LA NOCHE
Es difícil conservar la calma en un mundo convulso y es difícil tener mesura en una sociedad que hace de la desproporción una de sus señas de acción cotidiana. La gestión del miedo ha sido siempre una herramienta de dominación.
¿Cómo no indignarse ante el genocidio de la franja de Gaza?.¿Como no rebelarse cuando los gobiernos todopoderosos juegan al ajedrez de sus razones de estado sacrificando peones inocentes en aviones derribados para dar mas brillo al petróleo o al gas caucasiano?. Eso sin olvidar que con menos periodistas y menos sentimiento y sentimentalismo cientos de seres humanos perecen por el genocidio lento y silencioso del hambre. Eso pasa en África, un continente entero, cuyos habitantes más decididos se estrellan en nuestras propias puertas convenientemente protegidas con concertinas subvencionadas por la gran Europa.
Todo esto es cierto y merece nuestro compromiso como seres humanos y como mas.·.. Nuestro compromiso como seres que comparten la energía de la iniciación tiene varios niveles. Por supuesto el primero es el nivel individual y en ese debe reinar la libertad de acción y expresión más absoluta. En un segundo nivel, nuestra mente individual comparte pensamiento con las mentes de los HH.·. de cada una de nuestras LL.·. y ahí la capacidad de expresión y la voluntad de opinión debe ser la definida por la propia autonomía del taller. En el tercer estrato, la unión de las LL.·. constituye la Federación y en ella puede existir, debe existir y, de hecho, existe, una forma de expresión de la opinión y una toma de postura ante los acontecimientos de la sociedad en que nos encontramos.
Siendo esto así, hay que comprender que el nivel de inmediatez y espontaneidad disminuye conforme aumenta el número de miembros de una comunidad. Así como cada uno de los HH.·. puede actuar y manifestarse a su libre albedrío con respecto a las situaciones de su vida cotidiana, es comprensible que la opinión colectiva de una L.·. sigue otro proceso algo más complejo.
La acción directa está reservada a los miembros de cada L.·., en tanto que hombres y mujeres comprometidos con sus ideales. Su vinculación con un movimiento social, plataforma, partido,.. etc, es la primera presencia de la O.·. en la sociedad. Quien se manifiesta (de una u otra forma) como M.·. en su entorno, está dando testimonio de lo que la O.·. representa y en ese momento adoptamos un compromiso mayor.
Quien participe del movimiento ciudadano en cualquier de sus opciones comparte militancia con otras muchas personas que caminan en esa misma dirección. La aportación del pensamiento simbólico debería atravesar la mera militancia y dotar a la acción de un sello distintivo. La marca de cantero que cada uno pone en su trabajo es el testimonio para que, quien comparta nuestra militancia, pueda percibir el lado trascendente de lo que ello significa.
Esto no tiene nada de fácil, es un trabajo de siete días por semana, 24 horas al día porque a diferencia del resto de militantes, nuestros sueños también forma parte de la iniciación.
La “militancia” mas.·. tiene cosas en común con cualquier otra militancia social, pero tiene un valor añadido en la dimensión de la concepción humana y la medida de nuestros actos. El uso de la regla de 24’ nos obliga a una reflexión sobre el hecho de vivir que trasciende, o mejor dicho que atraviesa, la acción cotidiana.
No deberíamos esperar de nuestra obediencia que se identifique plenamente con nuestro ideario social. El nivel de relación entre los HH.·. y la obediencia se define en otro nivel de la vida y por ello, siendo lógico que ante las grandes hechos sociales, pueda haber una postura institucional, no debemos estar pendientes del acontecer diario para exigir que la obediencia de respuesta inmediata. Esa, en todo caso, será nuestra obligación individual.
Cabría esperar, también de nuestro trabajo mas.·., un valor que emana del uso habitual de la fraternidad. Ese valor es, sencillamente la confianza. La confianza es una “virtud” bidireccional que favorece la calma de pensamiento a la hora de encarar una “filosofía en acción compartida”. Porque, en definitiva esa es la acción externa de nuestro trabajo interior: acompasar nuestro pensamiento al “otro” para que desde la confianza, la confianza en los HH.·. y en la obediencia, la acción individual sea coherente con el espíritu eterno del hombre.
Solamente una breves palabras para agradecer esta sensata nota, plena de sabiduría.
Fraternalmente
Fernando