Es esta una de las preguntas que sí o sí va a salir antes o después en cualquier entrevista que se le haga a un masón o tengas que aclararle a alguien, que sabiendo de tu “perversión”, se interese por el tipo de organización que es la masonería, y a la que habitualmente solemos responder con la distinción de que para los enemigos de la masonería claramente secreta, siendo esta una de las características que muestran nuestra maldad intrínseca y oscuros intereses; y para nosotros simplemente discreta, porque no vamos por ahí dando tres cuartos al pregonero de quién lo es y qué hacemos en nuestras reuniones.

Y en mi opinión, ni somos secretos -por supuesto-, ni tampoco discretos, o no tanto como deberíamos de serlo. O no más secretos o discretos que cualquier otra organización en una sociedad democrática en el que la libertad de asociación y expresión estén aseguradas.

Malamente podemos ser secretos cuando nuestros locales, especialmente en el mundo anglosajón o francés, son públicos y en ocasiones ostentosos, cuentan con visitas guiadas, museos y tiendas abiertos al público, editan revistas y libros, u organizan charlas en sus locales o en las asociaciones que nos inviten a ello. Y en España, donde la masonería ha tenido una represión que en el Reino Unido o Francia no se ha dado nunca, nuestra presencia pública, siendo mucho más modesta, está muy lejos de ser clandestina o secreta.

Por otro lado, nuestros objetivos, que son explícitos -la mejora como persona y el progreso de la humanidad-, aunque sospechosos para según qué tipo de sujetos, están en decenas de páginas web que invitan a conocernos. Y si a esos dos principios aplicamos nuestro trabajo dentro y fuera de la logia, e incluso acudiendo abiertamente a manifestaciones en defensa de los Derechos Humanos o firmando manifiestos como Orden o a título particular, que esa es toda nuestra implicación en los asuntos externos a la masonería -si bien y en la vida fuera de la logia, en tanto que particular, cada cual puede hacer lo que considere más conveniente, siempre y cuando no incumpla las leyes o los principios de la masonería-, considerar que somos secretos es un absurdo.

En estas condiciones de presencia pública hay que tener muy mala fe o ignorancia para atribuir a la masonería la intención del secretismo. Pero ya sabemos que cierto tipo de críticas, reacias a la argumentación-demostración en contra, de qué pie cojean.

Y si somos secretos, lo seríamos en la misma medida que cualquier otra asociación que tiene sus criterios de admisión, de uso de sus instalaciones, de publicación de sus actas o boletines internos de manera restringida, de participación en sus reuniones internas, etcétera, etcétera, etcétera… exclusivamente para sus socios. En ese sentido sí somos secretos. Y nada más que en ese sentido. Todo ello muy alejado de las oscuras y trasnochadas imágenes de peligrosos conspiradores con los que se nos quiere equiparar.

Y si no somos más secretos que el club deportivo del barrio, la asociación de defensa del patrimonio arquitectónico o cualquier otro grupo, ¿por qué ese halo de misterio y secretismo que envuelve a lo masónico?

Pues en el caso de España se explica, a mi entender, por dos causas; la primera y muy evidente, por la brutal represión que el franquismo ejerció sobre la masonería, donde abrió más de 33.000 causas –sobre un censo estimado de no más de 4.500 masones en 1936-, de las que muchas acabaron con sentencias de muerte, larguísimas penas de cárcel o pérdida de bienes, fin de carreras profesionales, exilios -los que tuvieron mejor suert-e, etc., y ese machaque ideológico que se ha hecho y aún se hace por la derecha sobre la “maldad” de la masonería, que aún hoy actúa como cortapisa interiorizada sobre la libertad individual de muchos hermanos y hermanas para identificarse como masones en ámbitos profanos; y la segunda, porque en alguna rama de la masonería se hace a ésta heredera de conocimientos supranaturales, descubridora de misterios ancestrales o de orígenes míticos que la lleva a desarrollar un ritual de alambicado simbolismo sólo accesible, y de forma muy restringida, a un grupo de elegidos.

Para mí, que trabajo con una visión de la masonería en la que, como decía nuestra cofundadora Marie Deriasmes, “ya ha pasado el tiempo de los misterios, de los secretos, de los arcanos…” solamente accesibles a un pequeño número de personas, considero que el secreto no es tal y que la discreción queda para ese ámbito íntimo de cómo trabajas tu interior para llegar a ser libre y de buenas costumbres.

Discreción que falla cuando queriendo aparecer como “normales” ante la opinión pública abrimos las logias y dejamos que las cámaras de TV se paseen como lo harían por un parque temático, sin entender, ni necesidad que tienen de ello, qué sentido tiene cada elemento en el Templo.

Discreción que me hace ver con cierta vergüenza ajena esa falta de pudor con la que se exhibe fuera de contexto actos como el de “hacer el primer trabajo en tu piedra bruta”; que mostrado así -para las cámaras y al gusto morboso del televidente- queda tan ridículo como las predicciones del vidente de turno en la televisión.

Discreción para no hacer alardes de mandiles, ni de grados, ni de títulos, ni de nada que en el fondo sea adorno y no se corresponda con eso tan preciado como es el que tus hermanos y hermanas te reconozcan como masón. Así. A secas.

Ricardo Fernández

2 Comentarios

  1. Es discreta ante el fanatismo y secreta ante los ignorantes. No se tiene que gritar a los cuatro puntos cardinales que se es hombre libre y de buenas costumbres, eso se nota a leguas o kilómetros de distancia. Nos convertimos en ejemplo, sin decir que somos masones y cuando traten de llegar al origen de nuestro comportamiento descubrirán lo que estaba oculto, lo discreto y secreto que debemos ser. Todo son palabras y seremos abiertos en ciertos escenarios,aunque cautos en otros… Es cuano. C:. M.: del Oriente de Guadalajara, México: Bicentenario Benito Juarez. #47

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  2. » Discreta ante el fanatismo…. » Esta frase así como el comentario completo del h:. Paulo enriquece a su vez la anterior entrada «Militancia Personal y Trabajo Colectivo» . Parece que siempre en los momentos de sombras, de nuestro propio interior, surgen esas luces necesarias.
    Fraternalmente

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