Como ya comentábamos días atrás el pasado sábado 7 se procedía a la entrega del I Premio Derecho Humano que recaía en la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica y del que hay más información en el blog de la Federación española de Le Droit Humain.
Doña Ascensión Mendieta recogía la placa conmemorativa en nombre de la Asociación galardonada y el Presidente de la misma, el periodista Emilio Silva, en una sentida intervención glosó el trabajo de la Asociación y los esfuerzos de los familiares de los desaparecidos para que el Estado español haga frente a sus compromisos internacionales.
Dª. Ascensión hubo de recurrir a un juzgado argentino para que se abriese la causa del asesinato de su padre y poder recuperar los restos, enterrado como muchos otros en una fosa común sin identificar, corriendo con todos los gastos que supone la apertura de una causa judicial en un país extranjero a miles de kilómetros de su domicilio
Casualidades de la vida hicieron que pocos días más tarde, el día 10, el relator especial de la ONU para la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición, Pablo de Greiff, expusiera en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ginebra un demoledor informe, fruto de su visita a España a principios de año, que venía a poner en evidencia la lenidad con la que el Gobierno español trata el tema de las desapariciones y las víctimas de uno de los bandos enfrentados en la «Guerra Civil«, el de quienes a pesar de tener de su lado la razón y la Justicia perdieron una guerra fratricida y, a pesar de leyes y reglamentos, son incapaces de poder satisfacer el deseo de poder dar una sepultura digna a aquellos de sus familiares «desaparecidos» a causa de la represión.
Los miembros de la masonería española no somos neutrales en esta cuestión pues bastantes de entre nuestras Hermanas y Hermanos, o sus familiares, sufrieron en sus propias carnes una violencia que nacía del simple hecho de atreverse a pensar libremente. Ese formar parte de quienes fueron cruelmente represaliados nos hace sentirnos especialmente satisfechos de que en esta primera ocasión en que se entrega un premio que lleva el nombre de la Orden Masónica Mixta Internacional El Derecho Humano, este recaiga en una asociación que trata con gran empeño, y a pesar de la nula colaboración de un Gobierno empeñado en ignorar tratados y advertencias de diferentes organismos internacionales incluida la ONU, de reparar en la medida de lo posible el daño infligido, aunque sea únicamente ayudando a desenterrar y devolver a sus familiares los cientos de cuerpos esparcidos en fosas comunes a lo largo y ancho de España.
Este Gobierno, que se niega a dar una mínima satisfacción humanitaria a quienes exigen saber donde se encuentran enterrados sus familiares, se escuda sistemáticamente en la conveniencia de no reabrir viejas heridas olvidando que, por una parte y para que esto ocurra, las heridas debieran haberse cerrado, lo que obviamente no ha ocurrido, y por otra lo que califican de conveniencia no parece otra cosa que no cometer la inconveniencia de poner en evidencia a sus padres o abuelos causantes directos de la tragedia que aún vive este país muchas décadas después de que ocurrieran los hechos.
La masonería española encarnada en esta ocasión por la Orden Masónica Mixta Internacional Le Droit Humain – el Derecho Humano, ha venido con este reconocimiento a reparar, en una mínima parte, lo que quien debiera parece poco interesado en realizar. Los muertos de la Guerra Civil española no claman venganza, simplemente Justicia.
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