Si nos preguntan por un movimiento ecologista nos vendrá a la cabeza el nombre de Greenpeace. Si lo hacen por un ecologista es fácil que nos acordemos de James Lovelock y su hipótesis Gaia. Pero antes de que Greenpeace fuese esa inmensa organización que hoy es y que Lovelock llegase a enunciar la idea de Gaia en 1975 hubo una mujer de la que muy pocos se acuerdan como iniciadora de todo esto que hoy se conoce como la conciencia ecológica y que ha cristalizado en los movimientos y partidos ecologistas en todo el mundo.
Esta mujer fue Rachel L. Carson, nacida el 27 de mayo de 1907 en Springdale, Pennsylvania y muerta el 14 de abril de 1964 en Silver Springs, Maryland. Hace cincuenta años.
Nacida en una granja, se interesó desde muy niña por los animales y a escribir cuentos sobre ellos. En 1929 se graduó con honores en la Johns Hopkins University. Luego de un curso de verano en el Laboratorio Biológico Marino, continuó sus estudios en zoología y genética que tuvo que posponer por problemas económicos en la familia al comienzo de la Gran Depresión. Se dedicó a la enseñanza hasta 1935. Por recomendación de una de sus profesoras entró, con un contrato temporal, en el Servicio de Pesquerías. Su trabajo consistía en escribir guiones educativos para un programa de radio llamado Romance bajo las aguas. Eran 52 programas de 7 minutos cada uno, y los completó con éxito. Le ofrecieron un contrato a tiempo completo y, después, preparó y se presentó al examen para conseguir el puesto, que sacó en 1936 con el número 1 y fue la segunda mujer en conseguirlo en el Servicio de Pesquerías. Entró al servicio de la Administración de Pesca y Vida Salvaje (U. S. Fish and Wildlife Service), para la que ejerció como autora de textos divulgativos, incluidos guiones radiofónicos.
Comienza a publicar artículos sobre la naturaleza y el mar en varios periódicos. En 1941, publica su primer libro sobre el mar, Under the wind, con buenas críticas pero escasa venta. Es en 1951, cuando prepara su segundo libro, que decide dejar su trabajo y en exclusiva a escribir. Los resultados son buenos: las ventas de sus nuevos dos libros sobre el mar, The sea around us, publicado en 1951 y que se mantuvo 86 semanas en la lista de ventas del New York Times, y The edge of the sea que apareció en 1955 son éxito de crítica y ventas.
Habiéndose mudado, por razones familiares, al campo de Maryland empezó a observar los devastadores efectos que los pesticidas, sobre todo el DDT, tenían sobre la vida silvestre. El DDT se había empleado en Europa y el Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial para controlar los insectos que transmitían enfermedades como el mosquito de la malaria, los diversos insectos del tifus o las pulgas de la peste. Se convirtió en un insecticida de uso doméstico y agrícola y sin ninguna regulación que controlara su manejo. Incluso el propio Departamento de Agricultura organizó una campaña con DDT contra la hormiga roja de fuego fumigando cientos de miles de hectáreas. Animada por funcionarios, científicos y activistas que habían desarrollado la misma preocupación, inició la elaboración de su obra más influyente “Primavera silenciosa”, que vio la luz al cabo de cuatro años, en 1962.
El libro se publicó por entregas en la revista New Yorker en 1962 y, avisada la industria química sobre su contenido, intentaron impedir su edición como libro. Los ataques fueron profesionales y personales. Dijeron que sus datos no eran de fiar, que era una administrativa sin titulación o doctorado, que era soltera (sic) y el Secretario de Agricultura llegó a escribir al Presidente Eisenhower que “como no se ha casado, a pesar de ser físicamente atractiva, probablemente es comunista”.
Carson murió poco después de cáncer de mama. Pero su obra contribuyó a modificar la legislación y la conciencia pública sobre el entorno; con su libro contribuyó, años después de su muerte, a la creación de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, a controlar el uso del DDT y de otros pesticidas y a la celebración del Día de la Tierra. Su obra marca el momento en que la sociedad comprende que la naturaleza es un todo complejo, cuyas partes están intrincadamente relacionadas y cuyas modificaciones afectan a la salud humana. Es el esbozo de la hipótesis de Gaia de Lovelock.
Carson escribió en «Primavera silenciosa» que:
“ […] por primera vez en la historia del mundo, todo ser humano está ahora en contacto con productos químicos peligrosos, desde el momento de su concepción hasta su muerte… Se han encontrado en peces en remotos lagos de montaña, en lombrices enterradas en el suelo, en los huevos de los pájaros y en el propio hombre, ya que estos productos químicos están ahora almacenados en los cuerpos de la vasta mayoría de los seres humanos. Aparecen en la leche materna y probablemente en los tejidos del niño que todavía no ha nacido”.
Las bases ideológicas de los movimientos ecologistas estaban servidas.
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