Pasa de doce años que ando metido en estas historias de la masonería y en este tiempo he prestado mi apoyo a que dos logias de dos obediencias diferentes echasen a andar y, con el tiempo, se anclasen firmemente en mi tierra, aquí en el norte de este trozo de la península ibérica que se llama España.
En la primera mi estancia fue breve, en la segunda llevo ya nueve años en los que ha habido, como en la vida, de todo, buenos y malos momentos; desazón y ganas de tirar la toalla aunque en esas escasas ocasiones la columna de lo bueno era infinitamente mejor que la de lo malo, así que con más o menos esfuerzo seguía caminando. No me arrepiento y hoy en día puedo decir que mi logia, Progreso y con el número 1850 de las de la Orden Masónica Mixta Internacional Le Droit Humain, vive momentos felices en los que las columnas están a rebosar y las solicitudes de nuevas incorporaciones no son anecdóticas ni raras. Creo que es el resultado de un trabajo duro de un grupo de Hermanas y Hermanos que al final da su fruto.
Seguramente que os preguntaréis que a qué viene ese rollo, muy fácil, dentro de unos pocos días, el próximo sábado, en Donostia, en la verde Euskadi, un grupo de Hermanas y Hermanos vamos a encender una antorcha, Auzolan, la logia 1999 de las de nuestra Orden, y que quiere retomar la que un lejano 1974, vivo aún el dictador, encendieron unas Hermanas y Hermanos de la otra parte de la muga, miembros de logias de nuestra Orden en Bayona, empeñados en que la Luz de la masonería volviese a alumbrar en vida de quien había masacrado a tantos de los nuestros.
Hemos querido que el título distintivo de nuestra logia estuviese muy enraizado en el territorio en el que vamos a trabajar y qué mejor que un nombre cargado de simbolismo de lo que es el trabajo en el medio rural, ese medio tan común en el norte de España, y que en casi todas partes tiene una palabra para designar ese concepto (l’andecha en Asturias) y que no es más que el trabajo de la comunidad en beneficio de uno de sus miembros.
Se trata de un trabajo cooperativo, en beneficio de quien lo necesita, y del que nadie espera obtener un beneficio personal más allá de la satisfacción de contribuir a solucionar el problema de un vecino, de un frater, de un miembros de la tribu. Eso queremos ser los miembros de Auzolan, trabajadores por la fraternidad desde nuestro internacionalismo, desde la igualdad y la libertad, desde la tolerancia que es ponerse en el lugar del otro, ni por encima ni por debajo, en su lugar, eso que se llama empatía y que en muchas ocasiones exige un tremendo esfuerzo.
También nuestro símbolo hunde sus raíces en la tierra y en la tradición, una laya y unas hojas de roble, ese árbol sagrado para las gentes del norte en toda la cornisa que se asoma al mar Cantábrico, ese mar que abre horizontes y mentes al tiempo y que nos permite vagar con libertad incluso en los momentos en que esta era algo escaso en nuestra tierra, en toda.
Llegamos con las manos abiertas, dispuestos a recibir a todas las personas de bien, de mente libre y abierta y honestas, para todas ellas estarán abiertas las puertas de nuestro taller. Al menos esa es mi idea, mi ilusión y en ese sentido irán mis esfuerzos.
El día décimo quinto del undécimo mes del año seis mil catorce de la Era de la Luz esa Luz, que en aquel lejano 1974 encendieron nuestras Hermanas y Hermanos, volverá a brillar, una Logia de la primera Orden Másonica Mixta Internacional, Le Droit Humain, alumbrará los valles de la vieja Euskal Herria.
Hasta el 15 en Donostia, mirando a la mar
Pedro-José Vila
felicidades y largo camino feliz y enriquecedor, Serge