Pablo Campos Pellejero, del que ya hemos hablado en otra entrada, fue el último maestro de ceremonias de la Logia Constancia nº 16 de Zaragoza y unos cuantos hermanos nos reuníamos, a menudo, con él. Entre otras muchas cosas, nos contó como Francisco Albiñana (*) en 1935 propuso en el taller que se cambiara la Biblia por el Quijote en el Ara de los Juramentos. La propuesta no prosperó en aquellos convulsos años que se llevaron por delante al proponente, pero nos sirve para introducir e ilustrar una cuestión que viene de antiguo, seguramente de mucho antes de la época de los dos hermanos que acabo de mencionar. No somos los primeros que vamos a discutir si conviene que la Biblia pertenezca al mobiliario de la Logia o si, por ser símbolo de un credo dogmático, debe abandonar el espacio sagrado del templo.
En un principio parecería plenamente lógico que si nuestra Orden hace profesión de laicismo, eliminara de sus practicas y de su mobiliario simbólico cualquier mención a la religión. Si no pasáramos de este argumento, está claro que no habría ninguna duda, pero como el razonamiento humano y la capacidad de relacionar conceptos permite un abanico de matices muy amplios, la cosa puede ser bastante más compleja y no nos vamos a librar del debate.
En este viejo debate cabe contemplar la vertiente antropológica de la Biblia, es decir, valorar como la Biblia puede ser un instrumento útil al margen de la fe que para algunos contiene. Lo cierto es que, precisamente el prólogo del Evangelio de San Juan tiene unas connotaciones gnosticas con los que la misma iglesia católica ha estado en desacuerdo. Si se profundiza críticamente en el estudio del texto bíblico, nos damos cuenta de la tremenda polisemia de su narración. Desde la misma creación del mundo con sus contradictorias versiones, y el variadísimo muestrario de relaciones que dios mantiene con el hombre, el texto constituye mucho mas que un libro de verdades incuestionables al que ceñir la vida de los hombre y las mujeres para no caer en las penas del infierno. Por no hablar de la contradicción que puede representar trabajar una serie de leyendas que han nacido en el relato bíblico y abominar del texto de origen.
Para una buena parte de esos hombre y mujeres occidentales la biblia es el poso de la cultura occidental. Es una especie de catalogo de mitos a los que conviene mirar con un ojo cuando con el otro se quiere ver un poco más allá. Es algo parecido a lo que podemos experimentar al mirar la sonrisa de una virgen románica. Habrá quien solo vea la madera de que esta construida, habrá quien se identifique sentimentalmente con la virgen de su pueblo y habrá quien vea la sombra de la diosa madre que atraviesa los tiempos desde el lejano Egipto hasta la vitrina del museo diocesano que visitamos en esa mañana de domingo invernal. En cualquier caso a los tres visitantes les viene bien que la talla de la virgen esté allí, recibiendo turistas, estudiantes y jubilados.
De la misma forma que los museos acumulan y ordenan las imágenes de nuestra historia y nos ayudan a comprender lo que somos, la biblia recopila cientos de años de mitos y también pueden ayudar a entendernos un poco más. Es cierto que tanto un ejercicio como otro no son fáciles, posiblemente el segundo es mucho más difícil que el primero ya que acercarse a los mitos de la biblia requiere un importante esfuerzo de superación de tópicos y de discernimiento. Conviene recordar que para que algo transmita “verdad” no necesariamente debe ser “cierto”.
Volviendo a nuestro altar de las promesas, no creo que nadie, en su sano juicio, sea cual sea su tendencia de fe, pretenda relacionar la religión con la Orden ni configurar los trabajos masónicos al ritmo que puedan marcar el dogma religioso. Todos estamos de acuerdo que las tres grandes luces de la Mas. sobre las que se prestan las promesas de los diversos grados son la escuadra, el compás y la Constitución Internacional. Esta última recuerda el ordenamiento normativo por el que nos relacionamos dentro de la Orden, la escuadra habla de la rectitud de nuestros actos y pensamientos y el compás, entre otras cosas, también nos dice que para trazar el circulo de la igualdad es preciso actuar desde un plano superior al que definen el centro y la punta trazadora. Estos tres símbolos pueden estar junto al Quijote, como quería Francisco Albiñana, junto un libro en blanco, junto al prólogo del evangelio de San Juan o sencillamente, reposar directamente sobre una mesa sin que tengamos que discutir sobre el material de que debe de estar hecha.
Siempre puede ser fecundo discutir sobre esta o sobre cualquier otra circunstancia que surja en el eterno ejercicio de trabajar la piedra bruta. La verdadera aportación de la práctica masónica es la posibilidad de descubrir nuestros pensamientos cuando los oímos con los oídos de nuestros hermanos y la individualidad compartida es la atmosfera que nos permite viajar a través del mito hacia el intrincado mundo de “nosotros mismos”. Si ese mundo debe tener un libro u otro, es cosa que cada logia debe decidir aunque no sería mala práctica que cualquiera que fuera la decisión, contemplara siempre la tolerancia hacia los que somos, hacia los que han sido y hacia los que pueden ser.
QQ:.HH:. es muy interesante vuestro texto sobre el libro de la ley que es el eje de la representación del cosmos, es decir en nuestras lógias, en México según tengo entendido dicha obra puede ser la constitución política… pues un libro que rige a todos los mexicanos, como antropólogo y masón les doy toda la razón en la cuestión de la interpretación de la función del texto bíblico, pero es una enseñanza con doble objetivo la que hay en la biblia. Aquella que es interpretada por hombres libres y la que es interpretada por hombres presos de la ignorancia que como dice ERICH FROMM. tienen EL MIEDO A LA. LIBERTAD:.
Es cuanto Q:.H:.
M:.M:. Tepitzin Huey del Oriente de Guadalajara Bicentenario Benito Juarez #47
Felicidades. Por la tolerancia y la madurez de sus opiniones. Se enfocan en lo importante, en la esencia del ser en sí mismo y también en lo que respecta a lo relacional con sus semejantes. Para mí, que no soy hermana, todo un descubrimiento. Gracias por permitirme escuchar.