La frase que da título al presente trabajo forma parte del ritual de clausura de los trabajos en las logias azules de la Orden Masónica Mixta Le Droit Humain, con ella se exhorta a los miembros de la Asamblea a continuar trabajando por los ideales de la francmasonería que encarna nuestra Orden más allá de las puertas cerradas de las Logias.
Ahora bien, ¿qué trabajo y cómo se debe desarrollar? Parece conveniente recordar que el trabajo masónico es eminentemente iniciático, basado en un método simbólico, lo que añade una cierta dificultad para que lo que se haga dentro pueda ser desarrollado en el exterior, al menos de una manera clara y comprensible a primera vista. Para mi es evidente que lo primordial es comprender la razón primera del trabajo masónico y que si esto no se comprende resultará difícil llevar a fuera algo que no ha podido ser realizado dentro.
Creo que no es la primera vez, seguramente tampoco será la última, que se insista en la diferencia entre una logia trabajando y un ágora. El ritual no es una antigualla a la que se le deba prestar una mínima atención con el fin de cumplir con una tradición que para algunos comienza a ser caduca, y que debiera modificarse en aras de hacer más fácil aquello que entienden debe ser el trabajo logial, ¿la discusión pura y simple de temas sociales? Ni tan siquiera, se trata de brillar, de epatar a la asamblea, con los conocimientos de cada cual sobre asuntos en los que quien habla es especialista y que, uno, nada tienen que ver con lo que nos reúne y, dos, casi nadie del resto de Hermanas y Hermanos posee conocimientos suficientes como para contradecir al «ponente».
Es claro que los «discursos profesorales» no son otra cosa que simples ejercicios de lucimiento personal sin el menor interés para quienes acuden a una Logia con el sano propósito de tratar de ser algo mejores cada día mediante el método constructivo que, frente al soliloquio sin interés, trata de ir poniendo una piedra sobre las que van aportando quienes intervienen en la obra. Es precisamente esa labor constructiva la que nos lleva a adoptar el método simbólico como base para nuestros trabajos, las diferentes perspectivas que tiene para cada cual enriquecen al colectivo porque cualquiera esté en condiciones de ofrecer a la asamblea su particular visión de cualquiera de los símbolos con los que se trabaja en francmasonería.
Es claro, también, únicamente desde la interiorización del método basado en el símbolo y el trabajo auténticamente de construcción estaremos en condiciones de poder continuar fuera lo que iniciamos en el interior de nuestros talleres. De una manera discreta o explícita, dependerá de cada cual y de las circunstancias en las que cada miembro del taller se mueva, pero no será nunca mediante el discurso sino por el ejemplo y eso es algo que, quizás, exija un esfuerzo que para algunos o algunas va más allá de lo que están en condiciones de asumir por una simple razón, es necesario querer cambiar y para ello es imprescindible ser consciente de los propios defectos.
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