La tercera pata del lema de las obediencias masónicas liberales, la tercera pata del sistema de convivencia de la logia, la tercera para del método de formación masónica y la tercera pata de esa sociedad perfecta a la que aspiramos los masones: Fraternidad, con ella se cierra la aclamación a la apertura y al cierre de las tenidas tras la batería de rigor.
Pero, ¿qué es o en qué consiste? Existe, en mi opinión, un cierto error de interpretación sobre este concepto que considero necesario deshacer, nada tiene que ver con la amistad que es una cuestión de piel, de afinidades sensoriales, incluso pueden llevar aparejadas posiciones similares aunque no exactamente iguales sobre cuestiones importantes, aunque tal cosa no sea estrictamente necesaria para que exista una amistad, entendiendo por tal aquella que va más allá del mero conocimiento.
Por el contrario la Fraternidad no implica nada de lo anterior, es más debe practicarse incluso por encima de las discrepancias y siempre a partir de la conjunción de las otras patas que componen el lema, la Igualdad y la Libertad. Solamente desde la consideración del «otro» como un igual es posible hablar de Fraternidad, solamente entendiendo la Libertad en su más amplio y real sentido es posible mantener una actitud fraterna hacia otros. Precisamente la conjunción de estos principios hace que la Fraternidad no se convierta en mera caridad o en soberbia prepotencia.
La Fraternidad exige un respeto absoluto hacia los «otros» pero no implica la necesidad de llegar a una relación afectiva. Cuando conseguimos ponerla en práctica estaremos cerca de lograr el Egregor en la logia. Es un trabajo arduo porque supone desprenderse de prejuicios y valoraciones apriorísticas acerca del «otro»; exige la práctica sincera de la confianza, de la creencia en la buena voluntad del resto de quienes conforman «la tribu».
Supone una gran ayuda en la tarea de construcción porque en muchas ocasiones se convierte en la palanca que nos permite colocar una piedra en el lugar adecuado, en otras nos ayuda a desprender materiales inservibles sin que se dañe la estructura del edificio o a sobrellevar las diferencias que podamos tener con una Hermana o Hermano a fin de conseguir una convivencia armoniosa.
Hermoso concepto, en fin, tan difícil de llevar sinceramente a la práctica más allá de su enunciado fácil y caprichoso vacío de todo contenido y tan a menudo utilizado en vano.
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