En la antigüedad ciencia, arte y tecnología se expresaban como el mismo vocablo, ars en latín, tekné en griego, en el buen entendimiento de que la una sin la otra carecían de sentido. El paso del tiempo ha llevado a una separación de ambos conceptos hasta el extremo de que en la masonería hay un momento en el que aparecen como separados.
Aquella separación quizás podría llevarnos a especular sobre las dos almas que se encierran en nuestra masonería, una espiritualidad humanista encarnada en el concepto ars, y el mandato de llevar fuera los trabajos comenzados en el templo que podría encarnar el concepto tekné. Dos almas que están perfectamente representadas en el Jano bifronte, cristianizado en los dos juanes solsticiales, y que nos introducen en uno de los muchos sistemas simbólicos binarios a los que se presta tan poca atención, siempre mirando al ternario como si no fuésemos capaces de ver realmente lo que tenemos en nuestras logias.
El primero de los conceptos mencionados, según lo entendemos, se incardinaría directamente con nuestra tradición operativa en cuanto a ver el Arte como un todo, no exento de una cierta espiritualidad que podemos denominar de amplio espectro, y que se entiende perfectamente desde una perspectiva laica y por ello alejada de las creencias que se reducen, por tanto, al ámbito estrictamente privado, dejando suficiente campo para que emerja una espiritualidad basada en los sentimientos o, mejor aún, nacida desde el intelecto y que vendría a ser ese ánima que para Jung abriría un camino hacia el si-mismo.
Es evidente, en nuestra opinión, que el trabajo en una sociedad iniciática no puede ser entendido sino es desde una cierta concepción espiritualista o mística, en la que la introspección y el camino hacia el interior se resuelve como el motor de nuestra marcha, y sin que tal concepción se encuentre ligada de ningún modo, e insistimos en este aspecto, a la cuestión de las creencias. Pensemos que el término «místico» procede del griego mystikós (cerrado, arcano, misterioso), es decir nada en principio nos ata a ningún tipo de creencia y sí al hecho de que la masonería es algo cerrado, sólo para iniciados.
Esa manera de entender el Arte, ligada a la concepción clásica, sería como ya dijimos la manera más perfecta de unir dos conceptos tan íntimamente relacionados que sólo desde una concepción utilitarista han podido llegar a separarse para dejar por un lado lo espiritual, como ya se ha expuesto, y por otro lo material aunque no lo materialista.
La tekné sería desde nuestro punto de vista esa parte operativa de nuestro trabajo que nos permite, desde una inicial construcción del templo interior, nuestro trabajo personal y esotérico, laborar en la del templo exterior que no es otro que el de conseguir, tratarlo al menos, llegar a conformar sociedades acordes con nuestros principios.
El método masónico funciona precisamente en base a reunir ambos conceptos de tal modo que se volvería a la primigenia concepción y que resumimos en dos palabras Arte Real, y a cuyo dominio se llegará en una etapa posterior tras viajar en pos de la obtención del conocimiento y de la técnica precisas para, en su momento, trabajar en toda su profundidad ese concepto que aúna el ser masón.
No nos preocupemos si vemos difícil conciliar ambos conceptos, estamos en un camino orientado hacia la luz y el conocimiento de los que nacerá, seguramente, la sabiduría. Busquemos, pues, la unión del arte y la técnica, conseguiremos, en algún momento, que vuelvan a ser la misma cosa.
0 comentarios