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 ¿Cómo situar a la masonería liberal en un plano de normalidad en el momento actual? La verdad es que la pregunta la podemos despachar con un par de palabras, siendo normales, algo fácil a primera vista pero que, como podemos deducir por cómo nos comportamos, puede resultar algo más complicado.

Podríamos ir a lo fácil y echarle la culpa a la sociedad española, todavía anclada y presa de viejos y desfasados clichés de la época de la dictadura y al escaso interés de esta por sustraerse a ellos. Pero lo cierto es que una parte importante de esa falta de normalidad es achacable a los propios miembros de la masonería. Nos empeñamos en encerrarnos en esos viejos clichés quizás porque no deja de tener su épica eso de sentirse perseguidos, nos proporciona una pátina de heroicidad y eso parece que tiene seguidores.

En los últimos tiempos muchas de nosotras y nosotros estamos haciendo los esfuerzos suficientes como para que esa normalización empiece a visualizarse. Nuestra Logia , por ejemplo, creemos que podría ser un buen indicativo de como ser normales dentro de nuestra especificidad. Los Premios Progreso supusieron desde el primer momento un aldabonazo, una declaración de que estábamos aquí y de que éramos gente normal con comportamientos asimilables a los de cualquier otro grupo.

Nuestras salidas a los medios, abundantes en nuestro Oriente, se han caracterizado por esa asunción de un rol de gente normal. No vamos predicando ninguna buena nueva, no nos consideramos en posesión de ninguna verdad y eso de alguna manera se va transmitiendo a la percepción que de nosotros tiene la sociedad. Yo diría que en Asturias la masonería liberal es algo perfectamente imbricado en la sociedad gracias a los esfuerzos de personas de los diferentes talleres.

Así pues, y a la vista de los resultados, parece que lo de ser normales es la mejor manera de que la propia sociedad nos considera así. Ahora bien, hemos caminado algún trecho, hemos conseguido que no se hable de nosotros más que en aquellas ocasiones en las que, por alguna razón específica, salimos a los medios, sin estridencias, sin una presencia abrumadora pero yo diría que suficiente.

¿Qué hacer a partir de ahora? Si damos por hecho que las bases están puestas y que son firmes los siguientes pasos deberían pasar por una presencia institucional más activa y de una manera agrupada, es decir tratar de que la masonería liberal sea vista como un conjunto homogéneo y compacto aunque cada uno de nosotros tenga sus propias particularidades.

Llegados a este punto parecería interesante aportar una reflexión al hilo de ese último apunte. ¿La característica de sociedad iniciática ayuda a conformar un status de normalidad? Nos atrevemos a decir que sí y ello a pesar de que esa característica nos convierte en algo que se sale de la norma que mueve la vida asociativa española, pero que de alguna manera debemos tratar de incorporar a ella como singularidad específica y que debe tener la consideración de normal.

Es decir se trata de educar a la sociedad para que comience a asumir como normales roles que pueden parecer extraños o incomprensibles, sobre todo cuando se dan en grupos humanos con una actividad que se aleja de aquello que normalmente, y de forma absolutamente errónea, se asocia con la vida espiritual.

Por tanto y ya para finalizar, creemos que los puntos en los que debemos trabajar para asentarnos como grupo normal son los que se apoyan en nuestras señas de identidad más trasladables a la sociedad. Asepsia en lo político entendida como un alejamiento de cualquier veleidad partidaria, y ello por más que esa característica pueda ser considerada como normal.

Esa asepsia es la que permite la heterogeneidad ideológica en la composición de nuestras logias y que de otra manera no podrían soportar el disenso que se produce cuando la actividad política partidaria es motor de su actividad.

Como contrapunto a ese desapego de la actividad política, tal y como se entiende habitualmente, nuestra actividad debería ser compensada con un trabajo circunscrito a la defensa de cuestiones relacionadas con la ética, las libertades y los derechos fundamentales, algo que nos atreveremos a definir como valores republicanos.

Y como no, trabajar para que el carácter iniciático que nos es propio  e irrenunciable, pues su pérdida supondría la de la característica más importante de una logia masónica, sea conocido, comprendido y asumido por la sociedad como un componente natural y por tanto normal de un grupo de gente para la que lo importante es el conocimiento, de uno mismo primero y del mundo que le rodea después.

Sintámonos pues normales para que la sociedad nos considere normales, si nosotros no hacemos la norma la sociedad siempre nos considerará ajenos a ella.

Logia 1850, Progreso

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