las piedras brutas

 

¿Somos capaces de ver nuestra piedra bruta? Pienso que aunque este sea esencialmente un trabajo de Aprendiz la tarea presenta, a mi modo de ver y pasado el tiempo, algunas características que hacen aconsejable volver sobre el asunto con una cierta regularidad.

No es la piedra bruta algo inaprensible, virtual, ajeno a nosotros, pues se trata siempre de nuestra piedra bruta la que hemos de tallar, no cualquier piedra ajena a la que miramos con la distancia suficiente como para que nos resulte fácil, y cómodo, advertir los defectos que presenta.

Dado que se trata de nuestra piedra personal e intransferible, debemos mirarla de una manera especial, pues esa mirada requiere de la introspección, de un mirar hacia adentro y, quizás, esa mirada sea difícil en laetapa de aprendiz cuando aún nos movemos torpemente en el terreno de las cuestiones simbólicas, y aún con más torpeza en lo que se refiere al análisis de aquello que debemos ir eliminando para conseguir una piedra, más o menos perfecta, que encuentre acomodo en el edificio que tratamos de elevar al Progreso de la Humanidad.

A lo largo del tiempo he ido aprendiendo algunos cosas, fruto de los trabajos de Aprendizas y Aprendices con los que he compartido camino, que me han proporcionado perspectivas novedosas.

Por ejemplo, que es necesario saber el tipo de piedra a la que nos enfrentamos; la necesidad de conocer si es homogénea en su composición o está formada por diversos estratos con composiciones diferentes; que se debe analizar la existencia de vetas que pueden provocar su fractura por causa de un golpe mal dado, que debemos saber si existen oquedades ……. en fin, que nuestra piedra no es una piedra cualquiera sino algo raro, casi con vida y que puede ir transformándose con el paso del tiempo

De la piedra propia ahora se que, al igual que las reales, acumula adherencias que impiden su correcto encaje y que por tanto debe ser limpiada cada cierto tiempo para evitar que líquenes, sedimentos traídos por los vientos de la vida, dificulten su encaje en el lugar que deben ocupar. También sé que goza de una extraña característica, es posible que le salgan protuberancias debido a la composición de su interior, una especie de magma desconocido, o desatendido, que nos obliga a un constante trabajo de retoque.

He aprendido, también, que en nuestra cantera existen piedras que presentan tales vicios ocultos que su utilidad en nuestro proyecto es imposible; deben ser abandonadas, quizás con tristeza, so pena de que toda la obra se desmorone por culpa del mal asiento que proporcionan a lo que está por encima, o porque suponen un excesivo peso para el soporte que tienen debajo.

Lo mejor del trabajo en una cantera, de grandes proporciones o de pequeño tamaño, es que siempre contiene una diversidad suficiente de piedras para que observando otras podamos ir conociendo las características buenas y menos buenas de nuestra propia piedra, y de esta manera conseguir aquello que hemos venido a buscar aquí, labrar una lo más perfecta posible por compleja, rara y aparentemente deforme que nos parezca la nuestra. Sólo se necesitan ganas de hacer el mejor trabajo posible.

Permitidme un pequeño estrambote, producto de las ideas que va aportando el paso del tiempo y la escucha de otras reflexiones sobre este asunto ¿qué hacer con el sobrante de nuestro trabajo? Cada trozo que desechamos por inservible o pernicioso y que queda tirado en la cantera, en el lugar en el que acumulamos los detritos que todos nosotros vamos descartando, termina por hacer una pequeña o gran montaña de desechos a los que sería conveniente encontrar alguna utilidad so pena de que termine por dificultar el trabajo que llevamos a cabo.

Es evidente que si es el resultado de ir eliminando aquello que nos sobra, imperfecciones o adherencias inútiles, a nadie aprovechará más que, si acaso, como muestrario perenne del trabajo que hemos ido realizado. En cualquier caso es posible que resulte una suerte de muestrario de esquirlas o pequeños y grandes trozos resultado de lo perniciosa que nos sobra y  cuyo mejor destino será, posiblemente, su molienda para que se conviertan en polvo que puedan servir de material que ayude a unir nuestras diferentes piedras. Buen destino si aquello que fuimos desechando termina por ser útil, aunque sea como simple relleno de los huecos que vayan dejando nuestras piedras nunca perfectamente cúbicas

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