El término misticismo se entiende, entre otras acepciones más alejadas de lo que podríamos considerar la concepción masónica, como: “Ideal que guía de manera trascendente, fundamental o absoluta el comportamiento o las acciones de alguien” .

Etimológicamente la palabra proviene del verbo griego myein, «encerrar», así que mystikós, («cerrado, arcano o misterioso») designaría un tipo de experiencia muy difícil de alcanzar, en la que se llega al grado máximo de unión del alma humana durante la existencia terrenal. Se da en todo tipo de religiones, así como en algunas filosofías, donde se identifica con el grado máximo de perfección  y conocimiento. Desde este punto de vista es evidente que existe una cierta relación entre el misticismo y la masonería ya que también en esta se trabaja en la búsqueda de la perfección como ideal utópico al que aspiramos ya que, teniendo en cuenta las limitaciones del ser humano, pensar que es posible alcanzar la Perfección y abarcar el Conocimiento es una cuestión que únicamente puede plantearse como mera hipótesis de trabajo y que por tanto deberíamos concluir que desde un punto de vista racional el misticismo sería únicamente un ideal imposible de alcanzar aunque sí una meta que nos permita esforzarnos día a día para su consecución.

Aunque las manifestaciones místicas más conocidas nos provienen de las tres grandes religiones monoteístas, existe también una mística pagana en especial en el animismo o el politeísmo, como es el caso de los misterios de Eleusis y el Neopitagorismo incluso en las religiones panteistas y, como ya se dijo más arriba, en aquellas que se confunden con la filosofía como es le caso del budismo.

A pesar de sus implicaciones religiosas, sobremanera en lo que se refiere a las religiones monoteistas basadas en el libro, siempre han sido vistas desde la ortodoxia como algo peligroso ya que los místicos más que oponerse a la razón han considerado que se encontraban por encima de ella, lo que ha dado lugar a su persecución como corrientes calificadas de heterdoxas cuando no claramente heréticas.

Parece evidente que la masonería tiene un componente místico, entendiendo por tal la definición mencionada al inicio de este trazado, por el ideal que guía sus acciones y su comportamiento: el Progreso de la Humanidad. Además tiene en común con la mística el desarrollo de estados alterado de conciencia, obtenidos mediante los rituales que marcan la iniciación y el paso de un grado a otro, y finalmente  comparten un método de trabajo que mira hacia el interior de uno mismo, a fin de conocerse mejor y hacerse mejor persona.

Por lo que se refiere al al racionalismo hemos de decir que se define como una “doctrina filosófica que sostiene que la realidad es racional y por tanto comprensible a través de la razón”.

Etimológicamente proviene de la palabra latina “ratio”, y es una concepción que ve en el espíritu, la mente y el entendimiento, el fundamento de toda relación del hombre con el mundo, considerada esta relación como forma superior del pensar humano.

Como en el caso del misticismo ell origen del racionalismo lo encontramos también en el mundo antiguo, concretamente en Platón, que considera que el verdadero saber se distingue por la necesidad lógica y la validez universal. El centro de su racionalismo es la contemplación de las ideas, es por tanto una forma de racionalismo trascendente.

En la Edad Moderna, se intensifica la corriente racionalista, y se mantendrá la teoría de que las ideas son representaciones claras, eternas e inmutables. Primero Descartes y luego Leibniz consideraban que las ideas innatas se dan en cuanto que es innata la capacidad de nuestro espíritu de formar conceptos independientemente de la experiencia, pues el origen de estos principios procede de la razón. Ahora bien, y asumiendo como ya se ha dicho la gran importancia que tiene el acercamiento al conocimiento desde la razón, no podemos obviar que la experiencia es, también, una fuente importante para acrecentar el conocimiento, por ello deberíamos esforzarnos para conseguir que la masonería,  dentro de su espíritu de reunir contrarios, se convirtiese en el atanor en el que se fundiesen el racionalismo y el empirismo con el fin de que la suma de ambas corrientes nos permitiese alcanzar nuestros presupuestos de formar seres humanos libres y críticos.

Si asumimos que el racionalismo y el empirismo, sin desdeñar obviamente cualquier otro que de ellos derive o suponga su evolución, el positivismo por ejemplo, son los métodos de trabajo más adecuados para conseguir uno de los fines que persigue la masonería: ciudadanos libres,  el misticismo sería la consecuencia a la que llegaríamos en el momento en el que hubiésemos conseguido alcanzar la plenitud masónica y en el supuesto de que esa meta se encuentre, realmente, al alcance de nuestras posibilidades.

Por tanto la Masonería puede ser mística y racionalista, laica y espiritual, interna y externa, exactamente como la misma diversidad que anima al ser humano

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