Escribía el pastor Anderson en sus Constituciones de 1723, y en el punto segundo del apartado dedicado a los Deberes de un Francmasón (Del Jefe del Estado y sus subordinados):»El masón ha de ser pacífico súbdito del Poder civil doquier resida o trabaje , y nunca se ha de comprometer en conjuras y conspiraciones contra la paz y bienestar de la nación ni conducirse indebidamente con los agentes de la autoridad …». Nuestro buen pastor continuaba justificando lo anterior en que no hay mejor manera de que nos dejen en paz que no meterse en problemas con el poder establecido, un poco lo que suelen manifestar en todo tiempo y lugar las «personas de bien» que no dudan en afirmar que únicamente quien se lo busca termina por ser víctima del «poder».
Dicho lo anterior, sabemos que hay una tendencia en el Ser Humano a no buscarse más líos que los justos porque, entre otras cuestiones, existe un cierto convencimiento de que la docilidad según ante quien suele reportar beneficios o, al menos, no acarrea desgracias, y dado que todos tenemos una manifiesta tendencia a la comodidad procuramos con demasiada frecuencia mirar hacia otro lado.
Al pastor Anderson no le siguen, al menos nominalmente, más que quienes se consideran «regulares«[modern_footnote]Miembros de Obediencias reconocidas por la Gran Logia Unida de Inglaterra y cuyos dos principales distintivos son el rechazo a la iniciación de la mujer y la exigencia en algún tipo de divinidad[/modern_footnote] aunque bien parece que sus enseñanzas se esparcen por doquier como una mancha de aceite, siempre hay un «poder» ante el que plegarse bien por comodidad o por conveniencia e incluso en una organización tan escasa[modern_footnote]se habla de un número que ronda los diez millones de personas en todo el mundo[/modern_footnote] en miembros como la masonería se da una cierta tendencia a mostrar una suerte de reverencia hacia «el poder interno», «las estructuras». Bien es verdad que tal cosa sucede en cualquier grupo humano que examinemos, partidos políticos, sindicatos iglesias y que no es tanto un problema de la masonería como lo ya apuntado más arriba, el mantenerse dentro de esa zona de confort, de esa comodidad tan querida a las personas.
Por lo que hace a la masonería la cuestión reside, a mi entender, en como se asumen los compromisos que se van adquiriendo a lo largo del camino iniciático y que se van refrendando con las consiguientes promesas o juramentos tendentes no solo a tratar de lograr un cambio personal si no, y además, a conseguir los fines que persigue la masonería, una sociedad fraternalmente organizada[modern_footnote]artículo 1º de la Constitución Internacional de la Orden Masónica Mixta Internacional Le Droit Humain[/modern_footnote]. Si lo primero es algo eminentemente personal e íntimo lo segundo conlleva la exigencia de adopción de posturas hacia el exterior que, sin la menor duda, nos llevarán a chocar de alguna manera con lo que se consideran «los poderes», sean estos políticos, económicos, religiosos, o la suma de todos ellos.
Ante lo anterior parece que, por mucho que argumentemos que la masonería es una sociedad iniciática, resulta bastante evidente que es necesario asumir algún tipo de actitud de compromiso acorde con los fines perseguidos y que inevitablemente nos obliga a abandonar la zona de confort para, en la medida que cada cual lo desee y de la forma que se considere más conveniente, tratar de que esos fines se hagan realidad. Nadie puede desconocer que esta cuestión nos acarreará incomodidades e incomprensiones de menor o mayor calado en función de como hayamos decidido actuar para hacer realidad los compromisos adquiridos, pero eso y a pesar del bueno del pastor Anderson es algo que debiera ser consustancial con el «ser masón», persona con capacidad crítica y por ende incómoda para el poder sea este cual fuere. En todo caso esa toma de postura no lleva aparejado, necesariamente, la exposición pública de la condición de franc-masón algo que queda relegado a la voluntad de cada cual en función de su manera de entender su pertenencia a la Institución, aunque tampoco debe impedir que el colectivo en tanto que tal se manifieste en cada ocasión en que lo considere necesario de acuerdo con los propios principios libremente asumidos por todos y cada uno de sus miembros.
Es curioso q después de leer documentos como este, todavía se considere por muchos profanos q la masonería forma parte de las estructuras de poder oculto. Es difícil concebir más acatada mansedumbre q la expuesta por el pastor Anderson.