Se considera a Auschwitz como el paradigma del mal, del horror y de hasta donde puede llegar el ser humano en su desprecio por «el otro» cuando entran en juego supuestas diferencias basadas en lo étnico o cuando se considera que posicones filosóficas, en el más amplia sentido del término, contrarias a las propias deben ser eliminadas de una forma absoluta, y no cabe la menor duda de que es perfectamente merecedor al título, aunque sólo sea como muestra del horror que recorrió Europa en los años 30 del pasado siglo.
El pasado sábado 27, se conmemoraba el aniversario de la entrada en aquel campo de exterminio del diferente del Ejército Rojo y la consecuente liberación de quienes habían conseguido sobrevivir a aquel infierno y el conocimiento de las atrocidades cometidas por quienes consideraban que era posible que un ser humano fuese superior a otro.
Auschwitz es sólo la muestra, el toque de atención pero no el único, ni último, ejemplo de hasta donde puede llegar la barbarie y la sinrazón. Con posterioridad hemos seguido asistiendo a genocidios perpetrados de manera quizás no tan sofisticada e «industrializada» pero no por ello menos terribles. Solemos recordar a Camboya, Ruanda, Bosnia, Guatemala o el Kurdistan y olvidar algunos otros que no desmerecerían el título, Unión Soviética, Tlatelolco, Ayacucho, Bosnia … demasiados nombres, demasiados hechos, demasiadas masacres, demasiada vergüenza y demasiada desmemoria cuando se dejan en el olvido graves violaciones de los Derechos Humanos en El Salvador, Yemen, Palestina, Libia, Siria … y la lista será interminable si sliéndonos de lo politicamente corecto volvemos nuestra mirada a la civilizada Europa de nuestros días donde comienza a ser habitual el desprecio a lo que se consideran pilares de la convivencia, se convierte el Mediterráneo en un inmenso «auschwitz» o se permite el brote de aquellas ideologías que fueron la causa de lo que recordamos de una manera, parece, cada vez más difusa.
Conviene no olvidar el pasado, es necesario mantenerlo vivo y presente para no repetirlo, pero sin que ese recuerdo se sostenga en el rencor o la venganza.
Conviene no olvidar el pasado sí, pero al mismo tiempo es necesario mirar al presente y en todas direcciones pues nada del pasado permite repetir, en otros seres humanos, atrocidades como las señaladas
Lo sorprendente es q a pesar de las evidencias y cercanía del horror, sabemos q volveremos a mirar para otra parte, siempre q eso nos permita seguir en nuestro pequeño mundo de comodidades. Lo cual no es òbice para q sigamos clamando como nuestro hermano en la esperanza de q alguno de estos horrores, sea, por fin, el último