La llegada a la maestría supone haber dejado atrás dos etapas importantes en la formación del masón, dos tiempos diferentes pero que tienen un punto en común, los trabajos son dirigidos u orientados y corregidos por el Segundo o el Primer Vigilante, debiendo únicamente preocuparnos por llevar a buen puerto las encomiendas que recibimos. El acceso al 3º Grado supone, además de la culminación de nuestro periplo básico, el comienzo de un tiempo de camino en soledad, la autonomía absoluta para decidir el cuando y sobre qué trabajar. Nadie nos dirige, nadie nos corrige ex-ante y nadie, normalmente, nos orientará sobre el camino por el que deben discurrir nuestras reflexiones.
LLegados a este punto se dispone de una herramienta importante, el conjunto de rituales de los tres grados en los que trabajan las logias azules, y sobre todo la leyenda hirámica, base de nuestro grado, material más que sobrado para reflexionar y al que se puede añadir algún texto adecuado al grado de Maestro con el que ayudar a aquella.
Como responsables de la ejecución del ritual deberán preocuparse de que este se lleve a cabo de la manera más perfecta posible y, sobre todo, interiorizar el sentido esotérico que encierra. La suma de uno y otro permitirá que se pueda trasladar a aprendices y compañeros la esencia del rito, algo más que una bella liturgia que sirva como decorado de un ágora en el que desgranar bellos discursos, en ocasiones vacíos, sino el camino que nos ayuda, paso a paso, a acceder a un estado de consciencia que nos permita un trabajo de construcción que pueda culminar en el egregor.
Aunque en estapa etapa se realiza un trabajo más personal que nos lleva a profundizar en la construcción del propio Templo, no se debe olvidar prestar el necesario apoyo a quienes se encuentran todavía un poco más atrás.
No es el momento del egoismo y por tanto habrá de abandonarse la idea de que las tareas de formación son cuestión que atañe de manera exclusiva a las Tres luces del Taller, y por tanto, sin entrometernos en su trabajo, se deberá aportar la experiencia con que cada cual cuente para que tanto Aprendices como Compañeros, en el momento de alcanzar la plenitud de su condición masónica, cuenten con un bagaje suficiente que ayude a que el edificio que se construye crezca pleno de sabiduría, belleza y fuerza, obtenidas de la decantación de las diferentes aportaciones que hayan recibido a lo largo de su ruta hasta alcanzar la Cámara del Medio, ese lugar que al fin se encuentra a cubierto de las inclemencias del tiempo y que permite la reflexión serena y pausada.
Se debe dar jemplo, buen ejempo, para no defraudar expectativas. Será necesario pues, Venerables Maestras y Maestros, que el trabajo que realicemos tenga a suficiente calidad como para que nunca alguien de los que marchan detrás tenga que decirnos que algo no se está haciendo de la manera correcta, ya que aunque sea una impresión no del todo ajustada a la realidad, será el síntoma de que algo no se está haciendo de la manera correcta, de que el trabajo no está bien escuadrado, el aplomado de las paredes no es perfecto y hasta es posible que no se le de, por olvido, la apertura adecuada al compás.
Aquel que pone expectativas en el Trabajo, ya ha fracasado.
Solo una cosa «la glorificación del Trabajo», quinto viaje REAA
Desde la experiencia de iniciacion la sabiduria Masonica nos motiva a pensar
por nuestra conciencia individual,y es una
tarea de nunca acabar,apasionante por cierto,aprendiz;compañeros,maestros,ca
da grado tiene su ideas directriz que el ini
ciado debe procurar llegar a entender.
No es conveniente interferir en el trabajo de l@s Vigilantes
No creemos que en el post se hable de interferir si no de ayudar
Ayudarnos como hermanos,es nuestra tarea para que ninguno de nosotros se quede estancado en la oscuridad, ayudarlo a encontrar la luz, con esto no se esta obstaculizando a ningún V. todo lo contrario también le estamos ayudando a darle fuerza y energía que no es tarea fácil para un vigilante, también aprendemos de los hermanos que se sienten atrapados por la oscuridad y que satisfacción es verlos salir nuevamente de ella.