Tal día como hoy, 4 de abril, pero de hace 125 años se producía en el seno de la masonería un hecho que no nos resistimos a calificar como revolucionario, nacía Le Droit Humain, primera Obediencia que consideraba iguales en derechos y deberes a mujeres y hombres y por ello abierta a iniciar tanto a unas como a otros en clara ruptura con las tradiciones masónicas celosamente guardadas por todas las Obediencias exitentes.
Resulta curioso que a este hecho se le de menor relevancia que a otras decisiones también consideradas revolucionarias, las llevadas a cabo por el Gran Oriente de Bélgica y por el Gran Oriente de Francia, la supresión de las referencias al GADU, hechos asumidos como de gran trascendencia y que supusieron la ruptura de ambas Obediencias con la Gran Logia Unida de Inglaterra.
Quizás esa escasa importancia que se le concede en ocasiones provenga del hecho de que en aquellos momentos Le Droit Humain era una pequeña logia heterodoxa, y que dificilmente suponía algo más que una anécdota en el panorama social de la época. El paso del tiempo pondría las cosas en su vedadera dimensión, Le Droit Humain es una de las grandes Obediencias liberales, la primeras mixta y la primera con una concepción universalista, de ahí uno de sus títulos «Internacional«, nacida de la idea presente en la filosofía de los fundadores y según la cual no era posible alcanzar las metas que se habían marcado más que desde una trabajo global, una masonería con unas mismas reglas, una misma filosofía en cualquier parte del planeta en que hubiera que luchar por el Progreso de la Humanidad.
Desde aquí hacemos votos para que los principios enunciados en la Constitución Internacional de la Orden estén cada día un poco más cerca.
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