De cómo la Alquimia y el Esoterismo han turbado el mensaje masónico.
Anderson decía que la Masonería estaba compuesta «por nobles y caballeros del mejor rango, con clérigos y hombres sabios», esto es por personas pertenecientes a clases sociales que estaban impregnadas en gran medida de las ideas liberales del siglo XVII. Deraismes y Martin, creadores de Le Droit Humain, por contra, decían, en un salto más allá para englobar toda la Humanidad, que la Masonería estaba «compuesta por francmasones, hombres y mujeres unidos fraternalmente, sin distinción por razones sociales, étnicas, filosóficas o religiosas». Hay que destacar que estos dos pasos fueron un avance hacia una Masonería abierta e igualitaria pero la alejaron de su vinculo original con los gremios artesanales. Además, en su afán ecuménico, dio la entrada a no cristianos con la subsiguiente descristianización que supuso una ruptura con su tradición religiosa, dejando de ser una fraternal cristiana y empapándose con las ideas ciudadanas del XIX surgidas de la previa Revolución Francesa. Del mismo modo que la Grand Lodge of London and Westminster, nacida de nueva creación, generó una nueva masonería, rompiendo con sus raíces clericales, abriéndose a todos los caballeros cristianos de cualquier secta, la creación en 1893 de la Orden Masónica Mixta Internacional Le Droit Humain fue una apertura de la Masonería a posiciones antipatriarcales y abiertas a todos los seres humanos.
Actualmente, para muchos de sus miembros, la Francmasonería es una asociación «filosófica y social», basada en unos pocos principios universales, que inculcan unas ideas de moral, amistad y solidaridad. Las autoridades masónicas, aun dejando libres a los masones individuales para proseguir su propia búsqueda espiritual, no se comprometen a afirmar que la Masonería sea más que eso, y muchos masones serían reacios a admitir que es algo más. Sin duda, esta definición minimalista de la Masonería ofrece un noble y exaltado ideal y también, hay que añadir, bastante austero. Es apto para satisfacer a las personas con una cierta perspectiva espiritual, pero puede no bastar para los diferentes tipos de personas que la Masonería reúne en sus logias, algunas con mayores aspiraciones místicas.
Este afán por hallar «algo más» en la Masonería ha llevado a cargar los rituales de «metales esotéricos», ajenos a ella pero que, a veces, por su poesía, otras veces por su «misterio», han cuajado en los ceremoniales. Como por ejemplo ocurre con las purificaciones alquímicas por los elementos, o las sustancias en el cuarto de reflexión. Hechos y materiales que no tiene más contenido masónico que algún halo poético-simbólico pues en nuestros orígenes no existían y fueron sumados a la «tradición» por la inspiración de algún hermano.
No hay ninguna prueba de que la alquimia haya formado parte del contenido especulativo de la masonería del siglo XVII.
El hecho de que no aparezca nada alquímico en la masonería inglesa sugiere que la introducción de la alquimia tuvo lugar en el continente en el siglo XVIII. Entonces tuvo un éxito inmenso. La alquimia era contemplada más o menos como la quintaesencia de todo conocimiento esotérico, por eso es perfectamente natural para nuestros ancestros pensar que este era el verdadero secreto de la Masonería. Floreció en grados tales como el Rosa-Cruz y en sistemas cuyos nombres contenían una referencia explícita al hermetismo, como el Rito Hermético o el Rito Filosófico Escocés (siendo aquí filosófico sinónimo de hermético). En el último, el grado superior era el de la Sabiduría, y se decía que los hermanos que lo poseían estaban «vestidos en tres colores», lo que significaba claramente que habían realizado las tres fases del Opus Magnum alquímico.
Muchos avezados masones, poseedores de altos grados, que habían estudiado o buscado otros caminos por variadas sendas esotéricas comenzaron a filtrar estos conocimientos. A partir de los grados superiores, la alquimia descendía gradualmente a la masonería simbólica. Los rituales de los siglos XVIII y XIX demuestran ese descenso. El ritual aprobado en 1785 por el Gran Oriente de Francia ordenaba que pequeñas vasijas conteniendo sal y azufre fueran colocadas en la habitación en la que esperaba el candidato para su iniciación. Esto estaba claramente destinado a dirigir los pensamientos del candidato hacia una interpretación alquímica de las ceremonias por las que iba a pasar, aunque el azufre y el mercurio habrían sido más significativos. Es posible seguir la gradual introducción del simbolismo alquímico en las ceremonias.
En la segunda mitad del siglo XVIII las «pruebas» por agua y fuego habían aparecido en las ceremonias de iniciación realizadas en Francia. Al principio, estas pruebas no tenía ningún significado alquímico en absoluto; eran meras purificaciones, claramente inspiradas en los dos bautismos mencionados en los evangelios, uno con agua, el otro por el Espíritu Santo y con fuego. En el ritual del Gran Oriente aprobado en 1785 no se daba ningún otro significado explícito sobre esas pruebas en el curso de la ceremonia; sin embargo, se anunciaba al recipiendario que sería purificado «por los elementos».
La francmasonería se ha convertido en una asociación mundial de seres humanos de todas las razas, lenguas, religiones y culturas, unidos por su adhesión común a principios morales. La pérdida del contenido esotérico cristiano original y específico de la masonería fue simplemente el precio pagado por el acceso a ese universalismo. Como hemos visto, esto trajo consigo el desarrollo de un nuevo contenido esotérico, principalmente a través del préstamo tomado a otras tradiciones. En el siglo XX, este proceso se ha desarrollado todavía más, a través del interés creciente de muchos masones occidentales por las religiones y doctrinas esotéricas orientales, en las que tratan de encontrar el significado de los misterios masónicos. Al actuar así, estos masones de nuestro tiempo no difieren mucho de sus predecesores, que encontraron en la masonería el tipo de enseñanzas esotéricas por las que se interesaban en el mundo exterior.
Tal vez ya, enfocados como estamos en el siglo XXI, debamos dar unos pasos atrás para avanzar, buscar en nuestro interior para rescatar ese corpus ideológico sencillo de los artesanos, libres de influencias esotéricas ajenas que generan oscuridad y confusión. En Le Droit Humain, gracias a los artículos 72 y 74 de la Constitución (2012) los rituales se pueden modificar, adaptar por parte de las logias o utilizar alguno de los muchos que ya han sido aprobados por su Supremo Consejo. Esto nos da pie a realizar una modificación o adaptación renovadora pues buscando las raíces encontraremos las sencillas enseñanzas simbólicas explícitas de los antiguos constructores y que enmarcan las implícitas que nos dan los ceremoniales, las leyendas y los ritos, que nos ofrecen a los masones la meditación silente. Aquí encontraremos el esoterismo último de la masonería, el intransmisible y propio de cada persona. En la simplicidad ritual radica la esencia de la iniciación masónica, solo hay que buscar entre los velos que la han ocultado.
Excelente recordatorio q diferencia lo esencial de lo accesorio y recupera la inmensa complejidad de lo sencillo. No está de más recirdar q la masonería no cierra otros caminos pero no puede subsumirse en cualquier novedad filosófica, esotérica e incluso científica a nuestro alcance: si bien cualquiera de nosotros puede sumarse a las investigaciones y propuestas de la física teórica q supera, desborda y propone nuevas realidades, obviando alquimias nostálgicas, no quiere decir q convirtamos las logias en asociaciones de estudiosos de la física teórica. Es clave para q no intenten engañarnos con nuevas madonerías en un mundo desesperadamente necesitado de novedases.