Crecimiento de la #xenofobia y otras formas de #intolerancia
Casi con el nacimiento de este webzine, en febrero de 2010, escribía el post «El huevo de la serpiente«, una suerte de aviso a navegantes de lo que se comenzaba a mover de forma tímida y que, pasado el tiempo, cada día nos ofrece algún nuevo episodio. El fascismo vuelve a avanzar ante la pasividad de una inmensa mayoría que parece preferir mirar hacia otra parte antes que enfrentarse a una realidad incómoda. El huevo eclosionó
Microfascismo, pequeños actos diarios como esos retazos de conversaciones pillados al vuelo, a los que muchos no dan importancia, «es que estos están a todo, y se llevan el dinero que debiera dedicarse a los de aquí«, o ese otro «aquí ya no cabemos más«, a pesar de que Europa es un continente envejecido -nada digamos de España-, o ese otro «van a terminar por imponernos su forma de vida y su religión» como si no viviésemos en un país en el que una religión, solo una, la católica, se muestra omnipresente en nuestra vida cotidiana, el ejercito participando en desfiles procesionales, símbolos religiosos en tomas de posesión de cargos públicos y un largo etcétera que todos tenemos en la cabeza, claro que se trata de la «nuestra», no tan diferente de la de «ellos», pero la nuestra. Y como si «nuestra forma de vida» fuese algo que no se encuentra contaminado de multitud de otras formas de vida que vamos incorporando de manera natural con lo que nos traen quienes nos visitan o nos traemos de nuestros viajes, claro que suelen costumbre de eso que se llama Occidente, de gente con la piel de nuestro mismo color, o quizás no, quien sabe de donde vienen en realidad tantas y tantas cosas que consideramos «nuestra forma de vida» pero que nuestros abuelos nunca reconocerían como propia.
Ante todo eso callamos, no sabemos por qué, pero callamos.
En algunos países de Europa acceden al poder de manera impecablemente democrática partidos que hace no muchos años hubiesen generado un movimiento de repulsa generalizado, de hecho eso es algo que ya ocurrió cuando en Austria en 1999 ganó la extrema derecha del fallecido Jörg Haider y automáticamente a ese país le llovieron las sanciones de la UE y una repulsa generalizada. Eran otros tiempos, actualmente empieza a ser tan habitual que apenas se oyen voces para exigir que se expulse a quien no pueda acreditar unos mínimos de respeto por algo tan nuestro como los Derecho Humanos y a las convenciones sobre las que se asienta la convivencia europea.
Frente a esta situación uno se pregunta qué hacer, qué hacer más allá de cambiar una violencia por la contraria y entrar en una espiral autodestructiva en la que con total seguridad, como suele ocurrir, no haya ni vencedores ni vencidos porque todos habremos perdido.
Podría decir que la masonería, desde la fuerza moral que emana de sus valores de libertad-igualdad-fraternidad, debería ser la voz que se levantase contra la marea que amenaza con arrastrarnos, pero por desgracia son demasiadas las ocasiones en las que prefiere quedarse en el recogimiento de sus templos en lugar de hacer oír su voz.
Me temo que es más fácil optar por la comodidad del silencio, la discreción y esperar que la tormenta amaine, y si no ocurre así que al menos la marea nos coja a cubierto. Creo que olvidamos que la serpiente, una vez fuera del huevo, no dejará lugar para quienes no se plieguen a su totalitarismo y se supone que quienes trabajamos el Arte no seremos precisamente los últimos en los que se fijará. Siempre habrá naturalmente quien alegue que simplemente pasaba por allí y se entretuvo en observar el espectáculo de cerca aunque en realidad la cosa no iba mucho con ella/él.
Despertemos y hagamos oír nuestra voz, destruyamos, ya, los huevos de la serpiente.
Los felicito por su Exelente trabajo Saludos Magdaleno.
Gracias por publicar este artículo
Siempre nos preguntamos qué podemos aportar a la sociedad y a la vez muchos de nuestros hermanos y hermanas callan las columnas imponiendo la frase ” en Masonería no se habla de política ni de religión”. Olvidamos el trabajo político en la sociedad de nuestros fundadores?
Es una costumbre del recuerdo de la educación franquista que tuvo nuestro país.
Mejor callados y mirando al interior
Enhorabuena por el trabajo de mantenernos lecturas interesantes
Un fuerte abrazo fraternal
Inés
Completamente de acuerdo Hermana, solo añadiría que que en este caso, atribuirles a esos individuos el término de política es demasiado generoso: el odio nada tiene que ver con el noble arte de gobernar la ciudad.