Aquello que se conoce como sociedad masónica no es tan diferente de la sociedad pues tanto una como otra está formada por individuos que en algunos casos comparten pertenencia y que, entonces, trasladan comportamientos de forma bidireccional en función de sus propios planteamientos vitales. Así, es fácil entender que quien ve el progreso social como una escalera por la que se va subiendo hasta alcanzar eso que se llama la cumbre social, que para nada implica el ejercicio de capacidades meritocráticas, tratará de trasladar ese mismo pensamiento a la sociedad masónica. Podría creerse que tal modo de pensar se encuentra circunscrito a los primeros estadios del camino masónico, cuando aún no se ha llegado a comprender plenamente el sentido del proceso de mejoramiento personal, el desbaste de la propia piedra bruta, y del abandono de eso que denominamos los metales, pero la realidad demuestra que se encuentra en personas en distintas etapas de su vida masónica y que, en mi opinión, suele estar más relacionado con la capacidad de distinguir entre ser masón o estar en masonería.
La confusión entre ambas maneras de entender esta cuestión, escalera o camino, nacería de algunas iconografías que dibujan el desarrollo masónico como una escalera en la que los grados son peldaños que llevan hacia la pretendida cumbre representada por el Grado último, distinto en cada rito pero siempre último y definitivo para quien vive en términos de arriba y abajo el proceso vital, importando poco las enseñanzas de las diferentes etapas por las que se transita hasta alcanzar ese último, aunque no definitivo, Grado.
Es posible sí que esa imagen distorsione la realidad, lo que debe ser frente a lo que nos gustaría que fuese, pero no lo es menos que el paso del tiempo y la adquisición de conocimiento debería servir para reforzar el ser frente al estar y llevarnos hacia la comprensión del verdadero sentido de la masonería. También es verdad que quien no comprenda la auténtica dimensión del Arte encontrará en esas iconografías un soporte ideal en el que asentar, defender y hasta proteger, su pensamiento.
Frente a esa manera de entender la masonería como una suerte de ascensor, se encuentra aquella otra que habla de camino con etapas, de ir más o menos lejos en un plano de igualdad dentro de la capacidad de cada cual para para hacer el camino. Es posible que esta última corriente se encuentre influida por un republicanismo anclado en la triple divisa de Libertad-Igualdad-Fraternidad, y así es fácil encontrar referencias al camino iniciático en la literatura masónica francófona mientras que la consideración de escalera iniciática aparece frecuentemente en la concepción anglosajona de la masonería, Republicanismo frente a monarquismo. En el fondo la diferencia entre el auténtico significado de la igualdad frente al de un elitismo falso e impostado
«»Estar en masioneria» equivale a tomar el mazo y el cincel para debastar la piedra de los demás
Es un articulo muy oportuno para los tiempos que corren
Gracias por seguir publicando
TAF
Inés