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Los tiempos como el que nos está tocando vivir nos obligan a reflexionar sobre cuestiones que en muchas ocasiones dábamos por hechas. En el caso de la masonería es como trabajar cuando no es posible ejecutar los trabajos con ritual.

La tecnología nos ha permitido no perder el contacto con Hermanas y Hermanos, incluso nos permite mantener una parte del trabajo masónico, el de la construcción mediante la palabra, pero se trata de una forma de trabajo diferente, sin el clima que propicia el ritual y que con su ausencia valoramos en su justa e importante medida. Tomamos conciencia de que esas videoconferencias no son una tenida

No es posible, al menos de momento, traspasar al mundo virtual la ejecución del ritual. No es posible aunque técnicamente nada se opondría a ello, la realidad virtual (VR) nos podría ayudar si contásemos con las herramientas necesarias y si pudiéramos ponerlas a disposición de todas las Hermanas y Hermanos. No es así y por tanto debemos aparcar esa posibilidad ahora.

Nos encontramos en una situación nunca antes vivida por la masonería. Son conocidas las historias, verídicas, de tenidas celebradas de manera más o menos continua en esa traslación del peor de los infiernos que fueron los campos de exterminio nazis. Ahora, una enfermedad nos ha colocado ante el espejo de nuestras limitaciones a la hora de desarrollar un trabajo iniciático, nos hemos dado cuenta de que es imposible ejecutar el ritual fuera de la logia.

La logia, ese espacio físico y real que se conforma en cada ocasión en que un Venerable Maestro abre los trabajos. No es necesaria ninguna decoración especial, cualquier lugar puede acoger una tenida, solo hace falta la voluntad y, si acaso, un cuadro de logia que resuma todos aquellos elementos necesarios y que en ocasiones no es posible reunir. Eso y claro está la presencia física de las Hermanas y Hermanos en sus columnas.

Circula el ensayo de un filósofo coreano dedicado a explayar la tesis del fin de los rituales. Puede ser discutible pero lo que hemos comprobado de manera fehaciente y en nuestras propias carnes es que para la masonería el ritual es tan necesario como el conocido lema de Libertad, Igualdad, Fraternidad.

Esperemos que la luz vislumbrada al final del túnel nos permita volver a nuestros trabajos en la normalidad de siempre más pronto que tarde, echamos de menos ese trabajo sosegado que nos aportan nuestros rituales, cualquiera que sea el que practiquemos.

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