No deja de llamarme la atención enlaces del tipo «Hacerse masón» «Cómo ser masón» y algún otro de similar factura. Tal parece que quienes escriben este tipo de entradas consideran el acceso a la masonería como algo parecido a sacarse el permiso de conducir, o un carnet de instalador de lo que a cada cual se le ocurra. Ya se que lo que quieren decir es como contactar con una Logia o que pasos han de darse para acceder a la masonería, cuestión bastante diferente, por otra parte, de la de llegar a detentar la condición de masón.
Hacerse masona o masón es un proceso largo, tan largo como la propia vida, y en el que se va dejando jirones del viejo yo para tratar de construir uno nuevo, tarea difícil por no decir imposible porque siempre nos queda el edificio a medio construir.
Algunas personas considerarán que pasada la iniciación ya se es masón, para otras ésta condición se adquirirá en el momento en el que se accede a la maestría. En principio podríamos admitir que ésta segunda opción es la que se acerca más a la realidad por cuanto es en ese momento cuando se adquiere la plena capacidad para obrar como masones, ser elector y elegible, ocupar por derecho cualquiera de los oficios de una Logia, representar al taller ……
Ahora bien, ¿por el simple hecho de alcanzar la maestria se hace una persona realmente masón? sinceramente, me temo que no. Ser, hacerse, masón es un trabajo para toda una vida; con toda probabilidad con altibajos, con momentos en los que uno piensa que lo mejor es abandonar el camino, tomarse un respiro, darse unas vacaciones. Pero si elegimos esta vía como medio para construirnos como personas, lo razonable es seguir el camino hasta el final aunque en ocasiones bajemos el paso y atenuemos la energía.
Por todo ello me atrevo a decir que quien se decide a dar este paso debe ser consciente de que le espera un camino largo y fatigoso, sin premios ni recompensas que vayan más allá de la propia e íntima satisfacción por el camino recorrido y por el trabajo personal realizado. Bien es cierto que no será ésta escasa recompensa.
Te comento que en las sucesivas iniciaciones que pude presenciar sentía algo extraordinario, hasta que un H. en su alocución respectiva de la ceremonia, nos exhortó a reflexionar sobre quienes eran los verdaderos iniciados en cada una de las ceremonias que tuviéramos la oportunidad de presenciar. Uno mismo pero cada ocasión más y más consciente de los alcances del ritual. T.’.A.’.F.’.
Es una cuestión verdaderamente interesante. Para mí, la respuesta es que «hacerse masón» es adquirir un estado cambiante, heracliano, de búsqueda incesante e inacabable de mejora personal. ¿Cuándo entra uno en esa dinámica? ¿Cuando empieza a comprender los rudimentos del método masónico en el primer grado? ¿Cuando adquiere soltura e independencia en el tercer grado? ¿Quizás cuando por primera vez se pregunta, siendo profano, qué es eso de la masonería y si puede ayudarle a resolver ciertas inquietudes que tiene?
Ser masón es cambiar. Es transformación, muchas veces de mejora pero con sus inevitables pasos en falso.
La condición de masón la otorga, dicta el memento, la regularidad de la iniciación y el reconocimiento de los propios hermanos. Sin cualquiera de ellas uno no puede ser «reconocido como tal». Pero ser masón no es una condición estática, estacionaria, inerte… Cualquier empresa o proceso que prometa «hacerte masón en 10 cómodos pasos» es necesariamente una estafa.
SÍ.- VERDADERAMENTE APRUEBO LOS COMENTARIOS.–
LA BÚSQUEDA DE LA VERDAD, NOS LLEVA A DIRIGIR NUESTROS PASOS, AL INFINITO
INACABABLE DE LA EVOLUCIÓN HUMANA.-