El Relator Especial para la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición de la ONU, Pablo de Greiff, ha urgido a España a incrementar los recursos que se destinan a las víctimas de la Guerra Civil y el franquismo, a dejar sin efecto la Ley de Amnistía de 1977 para que los crímenes puedan ser investigados y a «reconsiderar» el Valle de los Caídos porque no se trata de un asunto de «política partidista».[*]
La, tan adorada, «TRANSICIÓN» no ha sido sino un proceso de maquillaje de la historia y de fascinación colectiva para consolidar la continuidad social. Desde la misma Jefatura del Estado hasta la actuación de la Iglesia, pasando por la puesta en marcha del engranaje de la partitocracia, todo ha sido orquestado para que el nuevo envoltorio diera la sensación de que efectivamente se había producido un cambio sustancial en la vida española.[*]
La teledirección de los últimos años del franquismo por parte de los EE.UU., su apuesta por las socialdemocracias europeas como oposición al bloque comunista, ha sido el escenario en donde se ha desarrollado el espejismo de libertad que hemos vivido.[*]
La democracia real ha ido disminuyendo en relación directa al número de veces que los españoles han acudido a las urnas. Y es que vivir en democracia es mucho más que votar cada 4 años. Se trata de un ejercicio permanente. Se trata de una activación permanente del ágora y el foro, esos lugares en donde los ciudadanos comparten, discuten y deciden.[*]
La, tan adorada, transición ha desarmado a la incipiente sociedad civil que en los años 70 se preparaba para hacer de España una democracia. Mejor dicho para establecer un puente con la sociedad española de los años 30. Debemos recordar que esa sociedad fue destruida por la oligarquía y la iglesia española gracias a la espada de un genocida que reinó desde un cuartel el silencio de cementerios escondidos. En ese periodo no faltaron poetas ni gentes de bien que se ilusionaban por cada amanecer ni nuevas generaciones que buscaron el espíritu detrás de los crucifijos. No han faltado, en este tiempo, lectores del «ruedo ibérico» ni soñadores de mañanas sin cuarteles y procesiones del corpus. Esta gentes que se ilusionaron con lo que iba a venir en el 75, se desilusionaron con lo llegó en el 77.
La Ley de Amnistía sacralizó la inevitabilidad de la guerra civil y el reparto paritario de responsabilidades y así hubo una conformidad generalizada en aras a una presunta paz social. Solo dos años duró el sueño de que España podía tener un puente de voluntad democrática entre las últimas elecciones de 1936 y las de 1977.
Con la Ley de Amnistía ya aprobada y el sucesor de Franco comodamente instalado en La Zarzuela,..¿era posible que la sociedad española estableciera las relaciones sociales y los cauces para gobernarnos en democracia?. 37 años después parece que efectivamente no ha sido posible. La opinión de la O.N.U. expresada al comienzo de este articulo nos lo confirma. Es una noticia que nos salta a las narices de nuestra comodidad y nos amarga el desayuno.
El escenario de las socialdemocracias ha cambiado y España vuelve a estar, entre burbujas de ladrillo y sobres de corrupción, en las manos de los mismos que hicieron saltar el estado de derecho a mediado de los años 30. De la guerra civil hay dos tipos de victimas: las que suben a los altares y las que se quedan en las cunetas.
Pero, como dice el refrán: «a cada día su afán». Pasó la crisis del 27, la guerra civil, la transición y ahora tenemos un día que soñar. De lo que hagamos en él solo nosotros seremos los responsables.
……¿de donde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?
que salga del corazón
de los hombres jornaleros….
He dicho
Eoceno
«vivir en democracia es mucho más que votar cada 4 años. Se trata de un ejercicio permanente. Se trata de una activación permanente del ágora y el foro, esos lugares en donde los ciudadanos comparten, discuten y deciden», ¡bravo!