El ya lejano diciembre de 2011 publicaba un trazado en este mismo blog –aquí y aquí– titulado «Culminación del laissez-faire», pretendía ser el inicio de unas reflexiones al hilo de la crisis que nos ha tocado vivir, algunas ocupaciones y mucha pereza me han llevado a que sea finales de enero de 2014 cuando retomo el asunto.
España lleva tres años de reformas laborales con resultados, constatables, negativos; dejando a un lado, no por carecer de importancia sino por método, que en muchas familias todos sus integrantes han agotado la prestación y subsidio por desempleo, incorporándose a lo que los estadísticos etiquetan como exclusión social, no se entiende el que se siga insistiendo en la segunda reforma laboral para la recuperación de España.
El dogma neoliberal cifra la recuperación económica y la creación de empleo en la reducción de los salarios para alcanzar el pleno empleo, basta con que las retribuciones de los trabajadores bajen tanto como sea necesario; como el paro siempre es voluntario y como la oferta crea su propia demanda, es por lo que la recuperación económica dependerá solo de la oferta.
Luego el objetivo de la política económica ha de consistir necesariamente en influir en la oferta, concediendo a los empresarios todo tipo de condiciones laborales ventajosas tales como la reducción de salarios y otros costes sociales, no por favorecerles, sino por el bien común.
Desde la Gran Depresión, aun antes, sabemos que estos planteamientos son erróneos, Keynes1 y la experiencia empírica de construcción del ESTADO DEL BIENESTAR, lo desmienten. La reducción de los salarios no constituye, en si misma, la solución al desempleo, es más, puede roducir el efecto inverso, puesto que si bien el salario forma parte del coste de los productos, también determina la capacidad de consumo y, por consiguiente, la demanda.
Los empresarios solo invertirán si existe demanda, es decir, si pueden vender sus productos.
Concediendoles otras ventajas sin aumento de la demanda, lo único que se consigue es incrementar el excedente empresarial (beneficio) en el mejor de los casos, incluso si esa fuera la finalidad, con carácter general puede ser perjudicial ya que para una empresa puede ser muy conveniente reducir sus costes laborales pero como la caída generalizada de los salarios facilita que el consumo decaiga, en términos absolutos, el excedente empresarial puede descender.
Otro de los mitos de la teoría neoliberal es el de que hay que primar fiscalmente el ahorro, cuando en momentos como los actuales lo que hay que incentivar es el consumo. Dejando a parte el hecho de que el ahorro no salga del país, un exceso de ahorro puede ser perjudicial al desencadenar fuerzas contractivas, con lo que se puede producir la paradoja de que un incremento del ahorro planeado nos lleve a una reducción del ahorro efectivo mediante una disminución de la renta. 1
El eslogan neoliberal de que la igualdad se opone al crecimiento ha sido y es refutado por la teoría económica que nos muestra que el aumento de las desigualdades sociales conduce a la crisis 2
Así ocurrió en 1929, y así sucede en la actualidad.
Juliano
Teoría general del empleo, el interés y el dinero (1936). La desigualdad no es una condición necesaria para el crecimiento económico. Keynes y su escuela abrieron la posibilidad de que el Estado instrumentase una política redistributiva, no solo a través de los gastos de protección social sino mediante impuestos de elevada progresividad como el de la renta o el de sucesiones.
Treatise on Money (1930).Keynes y su escuela ya nos enseñaron que en la medida en que la propensión marginal al ahorro aumenta con la renta, todo cambio en la distribución de esta hacia una mayor desigualdad tendría efectos perniciosos no solo desde el ángulo de la justicia social, sino también para el crecimiento.
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