La etapa histórica en la que nos encontramos inmersos y en las que priman los valores ligados a la posesión, casi me atrevería a decir que a la acumulación, de cosas materiales trae consigo una insatisfacción que, al parecer, se extiende como una mancha de aceite sin que se sepa muy bien como ponerle coto.
El ser humano, quizás una pequeña parte, se va dando cuenta de que esa acumulación lejos de dar la felicidad le aleja cada vez más de ella, como consecuencia suele proliferar la búsqueda de soluciones en filosofías un tanto exóticas, para los occidentales, y en la que no falta, en ocasiones, una pizca de esnobismo.
Es una lástima que no sepamos apreciar aquello que tenemos más cerca, adecuado a nuestra idiosincrasia, nacido de nuestra cultura y, por tanto, que nos resultará más próximo y efectivo. Me refiero a la masonería, escuela iniciática calificada de muy diferentes maneras: escuela de ciudadanos, escuela de librepensadores….. pero que en pocas ocasiones se recurre a ella como lugar en el que aprender a ser felices.
No se trata de ninguna cuestión novedosa ya que las Grandes Constituciones Escocesas de 1786 ya definían el objeto de la Francmasonería como «la unión, la felicidadad y el bienestar de la familia humana en general y de cada ser humano en particular«. Creo que doscientos años largos de historia de esta escuela bien merecen la pena ser tenidos en cuenta a la hora de encontrar una vía de escape a la angustia que esta vida vacía de todo contenido espiritual suele atenazarnos de cuando en cuando.
He dicho
Masonería Mixta Internacional
Hace unos años le preguntaron al Dalai Lama sobre las bondades del budismo y la gran aceptación que tenía entre los occidentales. Respondió que lo que debían hacer éstos era ser buenos cristianos y dejarse de buscar lejos lo que tenían cerca.
A Viajes Marsans no le gustó nada la idea.
Ya, pero la principal misión del cristianismo no es la búsqueda de la felicidad en este mundo sino llegar a poder disfrutar de la «presencia de dios» en el otro, lo que parece ser el colmo de la felicidad.
La masonería persigue la felicidad en algo más tangible, más próximo y más creíble.
He dicho
Querido Spartacus, creo que a lo que se refería el Dalai Lama era a que los despistados occidentales que decían irse del cristianismo por sus miserias y vagaban en busca de la «perfección espiritual» y topaban con el budismo, metiéndose en él con más despecho del cristianismo que conocimiento de aquél, bien harían en centrarse en lo que les era cercano por historia y cultura y dejarse de turismo espiritual. Claro, que a lo mejor estoy suponiendo demasiado para no ser el Dalai Lama. En cualquier caso lo comentaremos ante un curry esta noche en el hindú. TAF.