¿Tiene sentido la fraternidad en un momento en el que los conflictos violentos y fratricidas nos envuelven por doquier, cuando a muchas personas únicamente les mueve la acumulación de bienes, el beneficio codicioso, la satisfacción de las pasiones, todo aquello, en fin, que únicamente genera injusticia social y sufrimiento? La respuesta únicamente puede ser afirmativa si queremos cambiar este estado de cosas.
Es evidente que desde un punto de vista profano 1 estamos ante algo absolutamente utópico, pero no lo es menos que quienes trabajamos en el seno de las Logias masónicas tratamos de, con mejor o peor fortuna, convertir esa utopía en algo real y tangible.
Todos sabemos que nos enfrentamos a un trabajo difícil, que la fraternidad es algo complejo y fruto de un trabajo continuo. No es algo que nos venga dado por el simple hecho de ser iniciados y que ni tan siquiera puede ser exigido como un derecho al que se accede de forma automática tras la integración en una Logia.
Debemos esforzarnos para que la fraternidad, ideal de la humanidad, utopía alcanzable y como ya se ha dicho vivido en las Logias masónicas, su puesta en práctica, permita que la concordia y la armonía teja lazos de afecto consciente entre nosotros.
Hemos de ser conscientes de que que uno de nuestros trabajos en este campo ha de ser el de conseguir que aquellas cuestiones que más nos separan como el color de la piel, la posición social, la lengua, la diferente educación recibida y tantas otras particularidades que sería prolijo enumerar, no se conviertan en un obstáculo para el ejercicio y la vivencia de la fraternidad.
Si conseguimos llevar a buen puerto este trabajo en nuestras Logias, si realmente conseguimos vivir la fraternidad, que nada tiene que ver con la amistad o la camaradería pero sí el asumir como propia la situación, el status del otro, tendremos avanzada una gran parte del camino hacia el ideal de los fundadores del Derecho Humano: conseguir sociedades más libres y fraternas para, finalmente, llegar a la sociedad global fraterna, justa, igualitaria y libre. La utopía perfecta.
En cualquier caso y en este primer estadio, no debemos confundir la fraternidad con la solidaridad. La primera únicamente se da entre quienes pertenecen a un grupo concreto, lo que se denomina «fratria» y que puede reunirse por muy diversas razones (algunas incluso reprobables como los grupos terroristas o mafiosos), la Logia sería uno de aquellos. La segunda es la que desde nuestra conciencia ética nos hace sentirnos responsables, por nuestra pertenencia a la humanidad, de los problemas que aquejan a quienes, aún, no pertenen a nuestra «fratria«, nuestra familia, nuestro clan. La «fratria» universal aún está en proceso de formación.
No debemos caer en el error de pensar que el simple enunciado del concepto «amor fraterno» entre todos los hombres, tal y como predican las diferentes opciones religiosas cristianas, es algo que se da «per se» y sin, como ya se ha repetido, el menor esfuerzo por nuestra parte. La realidad de nuestro mundo actual, y la propia experiencia histórica, nos muestra la diferencia que existe entre el enunciado y su puesta en práctica. Por eso, y sabiendo lo arduo de la tarea a la que nos enfrentamos, deberemos contentarnos con practicar la fraternidad en el seno de nuestras Logias, llevarlo a nuestra Orden, extenderlo a toda la francmasonería universal, cuestión compleja y harto difícil cuando nos asomamos al propio quehacer masónico, y una vez que esto sea una realidad, más allá de un simple enunciado retórico, tratemos de abrir un nuevo círculo para seguir extendiendo nuestro ideal hasta alcanzar a integrar en una sola «fratria» a toda la humanidad. Mientras tanto, contentémonos con ejercer la solidaridad hacia quienes se encuentran extramuros de nuestra «familia» de la mejor manera posible como remedo temporal de la fraternidad universal a la que aspiramos.
En cualquier caso debemos ser conscientes de que siempre habrá un número indeterminado de indivíduos a los que será imposible integrar en esa «fraternidad universal«, aquellos que rechazan al diferente, que viven en el convencimiento de la superioriedad de unas razas sobre otras, de un sexo sobre el otro, de ……….. Creo que todos sabemos de quienes hablamos
1.-El concepto «profano» en masonería se aplica a todas aquellas personas que no han sido iniciadas.
volver
Reciban un T:.A:.F:.
Decir que es una utopia , la ayuda , que nos proponemos los Masones , no tiene ningun valor.
Sufro de Demencia de Los Cuerpos de Lewy , el deterioro fisico es muy notorio mes a mes y no puedo negar , que recibo ayuda en monedas profanas , de QQ:.HH:. que no conozco personalmente , para pagar unas medicinas que no me cubre el seguro de salud.
Les doy las gracias y que el G:.A:.D:.U:. les bendiga.
Q:.H:.
Yosef E. Sfeir.
5890 SW 8th Street.
Miami , FL 33144.
USA
Ph +1-786-3794938 whatsapp.