Me temo que tenemos una cierta tendencia a movernos en función de lo inmediato sin pararnos demasiado a reflexionar sobre las cosas. Nos importan, mucho, determinados hechos que ocurren dentro de lo que consideramos nuestro círculo y sin embargo cuestiones similares pero algo más lejanas, no necesariamente geográficamente, no despiertan en nosotros el mismo interés.
Asistimos por enésima vez a los ataques de Israel contra la franja de Gaza sostenidos en esa inmensa mentira que lo mismo sirve para un roto que para un descosido y que es «la lucha contra el terrorismo», esa especie de ectoplasma que al igual que los «mercados» nadie sabe a ciencia cierta que cosa es pero siempre se utiliza en perjuicio de alguien.
No voy a caer en la trampa de despreciar los ataques que perpetra Hamas, grupo terrorista y al tiempo partido político santificado por unas elecciones impecables según certificaciones de observadores internacionales, pero tampoco en la de magnificar sus consecuencias que, a todas luces, son nímias. Tampoco en la de pensar que todos los habitantes de Israel están conformes con la actuación de sus gobernantes entre otras cosas porque aún existen ciudadanos musulmanes, con menos derechos que los judíos y ello a pesar de que Israel presume de ser la única democracia de la zona, -la palabra democracia está ya tan manoseada que ese aserto no deja de ser un lugar común que únicamente define un país en el que se celebran elecciones, democracia es bastante más que eso ya que España, en época de Franco, celebraba elecciones y no por eso era una democracia-, e incluso ciudadanos judíos absolutamente disconformes con la actuación de su Gobierno, voces minoritarias estas y amordazadas aquellas pero voces que se alzan contra una actuación injusta e inmoral y a las que debemos prestar nuestro apoyo en la medida de nuestras posibilidades.
Como decía al principio no solemos mirar todos los hechos con la misma perspectiva o tendemos a tener el compás tan cerrado que nos impide disponer del adecuado campo de visión. Así, nos horrorizamos justamente ante lo que ocurre en Gaza, pero al tiempo nos hemos olvidado de la vulneración de los derechos humanos en el Sahara; la hambruna crónica de Somalia; los secuestros en Nigeria; los atropellos que se cometen casi a diario en la frontera de Melilla y nada digamos de lo que ocurre en esas «no democracias» consentidas como Arabia Saudí, Marruecos, China …….
Tenemos unas herramientas, y recibimos formación para su uso, que deberían permitir que nos asomásemos a la vida con una visión lo suficientemente amplia como para alzar nuestra voz en todos los casos en los que los Derechos Humanos son conculcados y, en este sentido, es bastante evidente que al tiempo que señalamos a Israel deberíamos hacer lo propio con lo que ocurre en aquellas zonas, Gaza por ejemplo aunque no de forma exclusiva obviamente, en las que una idea religiosa conculca el derecho de algunas personas, mujeres y hombres, a la libertad y a la igualdad.
Acostumbrémonos a mirar el pavimento mosaico y sepamos leer que al lado del blanco está el negro y que ambos van unidos de manera indisoluble dentro de cada uno de nosotros.
Que la luz pueda con la oscuridad no es tarea fácil y tampoco focalizar nuestra atención en aquello que nos toca más de cerca, por las razones que sean y espero que sean siempre justas, por ello deberemos esforzarnos por abrir el compás para que nuestra visión sea lo más amplia posible y de esta manera la luz, el conocimiento nos permita discernir con claridad.
0 comentarios