Alguien entra en una logia y se da de bruces con un muro difícil de asumir sobre todo cuando ya se tiene una edad, una cultura, unas vivencias ……, es el tiempo de aprender. La dureza del silencio voluntariamente asumido que nos obliga (debería) a la reflexión, a escuchar con atención y tratar de entender «al otro» que trata de exponer sus reflexiones con el sano propósito de contribuir a la formación del resto del taller.
Reflexiones que, seguramente, habrá tratado de hacer suyas, de comprobar que son válidas en su misma piedra y que tras ver, en principio, que sí lo son las traslada a la asamblea, para que sean deglutidas, exprimidas, contestadas y asumidas, o no, en todo o en parte. Incluso si desechadas, habrán servido para que alguien inicie desde ellas su propia construcción, deconstrucción o destrucción creativa de la que nacerá algo nuevo que deberá probar su utilidad en una nueva ronda en la cantera.
Desde la dureza del silencio, cuando el replicar nos es negado, deberemos aprender a caminar junto a personas diferentes, con distintos planteamientos vitales, iguales a nosotros porque nadie es más que nadie aunque haya ido algo más lejos, de los que aprender para ser mejores. Algo que recibir y algo que dar, pues ese es el método masónico, un quid pro quo nacido en el tiempo sagrado marcado por el ritual, y que debe ser llevado al mundo profano para que la construcción tenga verdadero sentido. Para nada sirve el trabajo en logia, recrearse en la supuesta belleza de nuestros discursos, si no somos capaces de trasladarlos, de verdad, a nuestra vida toda.
Aprender, el Aprendiz en la cantera y en silencio porque ese es su papel; el Compañero en su caminar en busca del conocimiento más allá de sus propios límites y asumiendo que el viaje no siempre será algo físico sino su traslación a herramienta de aprendizaje; el Maestro porque no es otro el fin de la masonería que la búsqueda de la verdad, el conocimiento y, sobre todo y por encima de todo, la sabiduría.
Aprender pues, asumiendo la ignorancia con la que entramos, la oscuridad que nos envuelve y la dificultad de dejar a un lado la soberbia de creer que sabemos para dejarnos empapar por el aprendizaje permanente
Bellas palabras y nucleares en el devenir francmasónico. Mil veces escuchadas… ¿Por qué son tan difíciles ? todo sin embargo se reduce a ellas.
ES UNA GRAN ENSEÑANZA QUE DEBERIA SER PRACTICADA EN EL CADA DIA NO COMO UNA BUSQUEDA DE PERFECCION ESPIRITUAL SINO COMO UN CAMINO DE VIDA SIMPLE DE COMPRENSION EN EL SER INTERIOR