¿Somos realmente conscientes de lo que prometemos en las sucesivas promesas que cualquier miembro de la francmasonería realizamos a lo largo de nuestra vida masónica? ¿Comprendemos los sucesivos compromisos que se van adquiriendo?¿Somos conscientes de que hay algunas cuestiones que se reafirman en cada una de ellas?¿Cumplimos cada día aquello a lo que nos comprometimos?
Creo que cualquiera que viva la masonería podría responder por sí, y por lo que ocurre a su alrededor, con algunas negaciones, seguramente porque en el momento crucial de realizar cada una de ellas no estamos en condiciones de asumir en toda su importancia el compromiso que vamos adquiriendo; la carga emocional de las ceremonias que preceden al momento de la promesa es lo suficientemente elevada como para que no seamos conscientes de cual es el nivel de exigencia al que nos comprometemos.
Admitida la incapacidad, parcial, para comprender el alcance del compromiso en el momento en que se realiza la promesa, no debemos olvidar que siempre tenemos a mano el ritual para recordarnos aquello a lo que nos comprometimos. Nada digamos de lo que escuchamos en labios de otras y otros en cada ocasión en la que asistimos a alguna ceremonia en la que se vuelve a repetir, estando en esos momentos ya liberados de la carga emocional de nuestra propia ceremonia, y por tanto en perfectas condiciones mentales para comprender aquello a lo que nos comprometimos.
Es bien cierto que el compromiso que se adquiere es duro, que las exigencias de la masonería nos obligan a un continuo trabajo de nuestra piedra bruta para adecuar nuestra vida a aquel, pero no lo es menos que nada tiene sentido en esta cofradía si no se trabaja en cambiar nuestra manera de comportarnos, de ser, de vivir.
Es verdad que en muchas ocasiones vivimos asidos a algunas partes de esas promesas, normalmente aquellas que tienen menos importancia en lo que a modificar nuestro comportamiento se refiere. Es como cuando hablamos de desprendernos de aquellos metales materiales de los que carecemos, qué fácil resulta desprenderse de lo que se carece y cuan difícil de aquellas cosas que se nos fueron adhiriendo y que suelen ser consustanciales con la condición humana.
como cumplir aquellas promesas dadas o dichas sin perder el rumbo del agobiante vivir del día día en el aspecto formativo para crear algunos precedente
Nos limitamos a abrir caminos de reflexión y en este caso referidos exclusivamente a las promesas masónicas, las respuestas debe buscarlas cada cual en su interior