Para nosotros, masonas y masones pertenecientes a la Orden Masónica Mixta Internacional Le Droit Humain, el ideal masónico ha sido claramente definido. Desde el primer momento, nuestro fundador: Georges Martin, , en 1902, manifestó lo siguiente con motivo de la fundación de nuestra primera logia en Londres:
La Francmasonería es un grupo fraternal que tiene por principio asociar y coordinador los esfuerzos de aquellos que creen en el progreso permanente del Ser humano, trabajando de permanentemente en la construcción de una sociedad más feliz.
Lo mismo era expresado, en 1904, por el Hermano Orador de la Logia nº 6 con las siguientes palabras:
Todo lo que se hace en Masonería es movido por el mismo principio: conseguir una sociedad mejor a través del perfeccionamiento personal
En su Declaración de Principios, nuestra Constitución Internacional proclama a su vez el valor de la masonería como instrumento de perfeccionamiento personal. En ella muestra la voluntad que tiene la Orden de obtener en la Tierra y para todos los Seres humanos el máximo desarrollo moral e intelectual, primer paso hacia la felicidad.
El objetivo es por tanto doble: el desarrollo de la personalidad del masón en aquello que deba mejorar, para posteriormente construir el Templo de una sociedad fraternalmente organizada.
Ya he tenido ocasión de señalar cuantas de nuestras Federaciones y Jurisdicciones ha tenido en su desarrollo la influencia de las concepciones y tradiciones de la Masonería masculina de sus países, concepciones y tradiciones fruto de las tradiciones y la historia nacional en cada caso.
Todo ello ha dado como resultado que hoy en día, en el seno de nuestra Orden, los dos principios del trabajo masónico hayan tomado una importancia diferente según el país de que se trate.
En unos casos, el trabajo sobre uno mismo, la profundización en la filosofía personal, sin que se deje de lado, es en muchas ocasiones solamente el punto de partida de la preocupación por llevar el ideal masónico al mundo profano, de la exteriorización según la expresión habitual.
En otros casos, por el contrario, el acento se pone sobre la reflexión individual, sobre el lugar que el ser humano ocupa en el cosmos. La influencia sobre el mundo exterior se deja esencialmente al comportamiento – se supone que ejemplar- del masón mediante la creación y el sostén, como principal manifestación, de tareas de solidaridad.
Estas diferentes maneras de entender el trabajo masónico resultan intrascendentes de cara a las convicciones filosóficas personales de los masones: es algo cierto que racionalistas y espiritualistas se encuentran entremezclados aunque en proporciones diferentes en cada lugar.
Esta cuestión es el resultado de las incalificables agresiones que la Orden Masónica sufre por parte de la Iglesia Católica en los países que denominamos «latinos», que lleva a que en estos países la entrada de miembros se centre entre los laicistas, anticlericales, normalmente ateos o pertenecientes a religiones minoritarias.
A mi modo de ver cada cual debe estar plenamente convencido de que los objetivos que nos legaron nuestros fundadores se encuentra unidos de manera indisoluble
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