No se puede decir que la violencia del Estado de Israel frente a los palestinos sea nueva, tampoco que se haya vuelto repentinamente desproporcionada, mucho menos que no suponga una flagrante violación del Derecho Internacional y de los Derecho Humanos, los mismos que para muchas personas en el mundo suponen un estándar ético por el que nos movemos o, al menos tratamos de hacerlo.
La intervención del ejercito israelí el pasado 15 se saldó con más de 50 muertos y 2.700 heridos, en cualquier país civilizado la acción que produce como resultado estas cifras sería consideradas delito, parece que en Israel el ejercito tiene carta blanca para asesinar a civiles indefensos en base a una vaga idea de que se trata de «terroristas».
Las protestas internacionales suelen despacharse desde algunos medios judíos, cada vez menos por fortuna, con una genérica acusación de antisemitismo en un intento claro de apropiarse de algo que no es patrimonio exclusivo de los judíos ya que semitas son, en puridad , todos aquellos que se expresan en una lengua de origen semita[modern_footnote]https://es.wikipedia.org/wiki/Lenguas_sem%C3%ADticas[/modern_footnote], de hecho el término correcto sería, en estos momentos, hablar de antijudaísmo aunque ni tan siquiera sería apropiado pues no es «todo el mundo contra los judíos» sino todos contra una nueva forma de exclusión del otro por causa de raza o religión.
No se debe caer, en mi opinión, en la trampa de hablar del derecho a una existencia pacífica y segura de los ciudadanos israelíes, derecho que nadie negaría a ninguna persona con independencia del lugar en el que resida. Tampoco se debe caer en la trampa de asumir que todo persona que protesta contra una situación claramente injusta e ilegal es terrorista, incluidos menores de edad, de muy corta edad en algunos casos.
Aún menos admisible resultan las palabras de portavoces gubernamentales en las que se afirma sin el menor rubor que no podemos meter a toda esa gente en la carcel. Resulta una expresión que recuerda a la que utilizaban hacen setenta años unos criminales juzgados y condenados por genocidio ¿estamos ante un caso similar?
La cuestión que nos ocupa, con independencia de otras miradas que pudieran posarse sobre ella, se limita a un planteamiento ético alejado de cualquier posicionamiento político. Partimos de lo consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 y aunque podríamos seguir por toda una larga serie de condenas al Estado de Israel por acciones en contra de la legalidad internacional, vamos a dejarlo en ese punto.
Denunciamos la matanza llevada a cabo por miembros del ejercito de Israel contra personas indefensas que se manifestaban en uso de un legítimo derecho a ello y en contra de una decisión del Presidente Trump que viola los acuerdos internacionales sobre el status de la ciudad de Jerusalén.
No somos los únicos, por fortuna cada vez más voces y más autorizadas de dentro de la comunidad judía en todo el mundo se alzan en contra de una política claramente xenófoba y marcada por la extrema derecha ultra-nacionalista de Israel. Entre esas voces podemos destacar la del escritor Amos Oz o la de Shlomo Ben Ami y muchos otros que poco a poco, y sin renunciar a su derecho a vivir en un país seguro y en paz, entienden que acciones como la denunciada del pasado día 15 no son admisibles en un Estado que se considera democrático.
0 comentarios