Me considero demasiado nuevo aquí como para que mis impresiones masónicas puedan ser tenidas en cuenta. Todavía no he asistido lo suficiente a los trabajos del Taller y mis aportaciones son demasiado modestas, así que solicito vuestra indulgencia para un aprendiz sincero, pero necesariamente inexperto en la Masonería.
Cuando pedí la iniciación, pensé que encontraría en las Logias Simbólicas del Rito Escocés: «Libertad, Igualdad, Fraternidad».
Si encontré libertad, igualdad, fraternidad en los corazones de todos los masones, sólo encontré esclavitud en la Constitución que rige el Rito Escocés Antiguo y Aceptado para Francia y sus dependencias.
Nuestra Constitución, hermanos míos, es monárquica; por tanto, es urgente revisarla cuanto antes para democratizarla. Si aún dudamos, veremos a los hombres independientes y trabajadores, cuyo trabajo da vida a nuestros Templos y hace que nuestras reuniones sean interesantes, abandonar nuestros talleres.
Antes de mi iniciación, hermanos míos, consideraba que en las Logias habría hombres y cosas adelantadas a nuestro tiempo.
Ahora encuentro instituciones antiguas cuyo juguete es la francmasonería.
Mientras que los masones luchan individualmente y en la mayoría de los talleres por la rápida emancipación del espíritu humano, nuestra Constitución Masónica escocesa paraliza esa buena voluntad, porque es, en esencia, la negación de las ideas de progreso hacia las que estamos caminando.
¿Queremos libertad absoluta para pensar? ¿la autonomía de nuestras logias? Regularicemos primero la autoridad del Supremo Consejo. Debe ser nuestro vínculo con los Supremos Consejos de todos los Orientes del mundo, pero debe ser sólo eso y no ejercer ningún poder sobre el gobierno interno de nuestras Logias. Es de suma importancia que seamos Maestros y libres en nuestros Templos.
¿De qué nos sirve ser hombres libres, cuando entramos en la masonería, si perdemos esta libertad al pasar por la puerta del Templo?
Cuando pedí la iniciación en la masonería escocesa, yo, como todos nosotros, mis hermanos, estaba obligado a ser responsable de mis actos.
En este Templo, con la Constitución que rige el Rito Escocés Antiguo y Aceptado para Francia, soy menos libre que cuando pertenecía al mundo profano, pensé que encontraría en el Escocismo más libertad que en la vida ordinaria, encontré sólo una Constitución más, y qué Constitución!.
El origen de la masonería se confunde con la época prehistórica, mientras que la Constitución que nos rige sólo data de 1786; ¡menos de un siglo!
¿Quién hizo esta Constitución? ¡Federico II, Rey de Prusia!!
Puesto que os estoy trasladando mis impresiones, debo hacerlo con franqueza, bien, desde lo más profundo de mi corazón francés y ex soldado de la defensa de 1870-1871, declaro que todo mi ser se rebela ante la idea de que entrando en la masonería me pongo bajo el yugo de una Constitución emanada del déspota Federico II, rey de Prusia.
Nuestros padres de 1789 nunca habrían aceptado la Constitución de 1786; Nosotros tampoco debemos seguir sufriéndola.
Para comprender cómo pudo llegar a implantarse en nuestro país una Constitución con tal origen, es necesario recordar que fue en 1802, en pleno despotismo imperial, cuando se fundó el primer Supremo Consejo de Francia.
De abajo hacia arriba, del Gran Maestre al aprendiz, todos somos víctimas de nuestra Constitución autoritaria.
Mi más viva impresión, hermanos míos, es que se nos exige irresistiblemente una pronta revisión. Es nuestro derecho, es nuestro deber, sustituir este trabajo de despotismo por una constitución democrática.
¿Somos hijos de 89 o descendientes de los oprimidos?
¿Tengo que responder que somos hijos de la Revolución? Es inútil, ¿verdad, hermanos? Dudarlo sería un insulto para todos.
Georges Martin[modern_footnote]Georges Martin, Franc-Maçon de l’Universel. Marc Grosjean. Tome II p.230-231 [/modern_footnote]
Oriente de París, 21 de noviembre de 1879
0 comentarios
Trackbacks/Pingbacks