Puede que el inicio de la introspección humana se halle en aquellos lejanos antepasados de rostro no tan distinto al nuestro, que desnudos en su totalidad, miraban hacia la luz de la luna en la oscura noche estrellada, sin llegar a ser conscientes de la inmensa extensión que la bóveda cósmica, representada como una magistral obra de teatro sobre sus cabezas significaba.
O también puede que haya sido después, cuando el ser humano, siendo ya un poco más conocedor de su propio intelecto, a la par que de su limitada y mortal condición, se dio cuenta de ello: Conócete a tí mismo y comenzarás a comprender lo que te rodea. La cuestión no es baladí y llama a realizar una reflexión, que de tomársela uno en serio, puede generar en su ser, un increíble viaje hacia la comprensión de los misterios que engranan la mayor parte de la maquinaria que nos mueve. O dicho de otra manera; nos posiciona hacia este o aquel razonamiento.
Sea como sea, los francmasones no tenemos duda alguna al respecto; el trabajo sobre uno mismo es casi como aquella llave que abría las mil puertas. Es la chispa que precede a ese intenso fuego interior que propicia el camino hacia la virtud.
Una virtud que en poco o nada se podría resumir. Pues solamente quienes fueron capaces de alcanzar tal grado de maestría, llegaron a la conclusión, de que la mejor manera de demostrar a los seres humanos la importancia del autoconocimiento y la introspección, no es otra que la puesta en práctica por uno mismo del estudio de su interior. Con ayuda, eso sí, de los símbolos. Y no puede ser de otra forma. Pues cuando se habla de los rasgos que marcan al masón, determinamos su naturaleza como la de un ser iniciático y simbólico (en todas las acepciones del término) . Y no ascendido, ni erudito, si no todo lo contrario.
Un humilde caminante de las sendas de la vida que solamente desea la paz, la libertad de los géneros oprimidos, la igualdad entre los pueblos, y la fraternidad universal. Entendiendo que la mejor manera para llegar a difundir este mensaje es predicando con el ejemplo, revisando en su equipaje diariamente y dejando en el camino aquellas piedras que estorban en su mochila, cada vez mas llena de buenas convicciones.
Edgar Burgos.
Ser consciente de que lo primero que unx tiene que hacer es conocerse a sí mismo es algo fundamental. Si lo llevaremos a un ámbito profano podríamos decir que para construir un edificio primero ha de saberse sobre que cimientos se asienta, el tipo de material del que está compuesto y sus características.
A mí entender uno de los mayores problemas es que no llegamos a entender que tenemos que tallar nuestra propia piedra y no la de al lado.