Recuerdo perfectamente el día de mi iniciación, después de diecinueve años aún la recuerdo. Ello, gracias a la magnífica intervención de los Hermanos en el ceremonial y la perfecta ejecución del Rito. La logia era Masculina, tiempo atrás habían compartido logia con mujeres de la Gran Logia Femenina de Francia y ellas tenían buena planta, quiero decir nivel masónico, pero abatieron columnas.
Por aquellos años yo mantenía una estrecha relación con el Hermano Fernando Domínguez, simbólico Keltoy y pasado al Oriente Eterno, que era miembro de la Resp.·. Log.·. Obradoiro al Or.·. de Vigo federada al “Le Droit Humain”. El Maestro Fernando, me mostraba una realidad masónica que para mi era casi utópica, ya que alguna Maestra de la Gran Logia Femenina de Francia no quería a los hombres ni de visita.
Así que nunca trabajé masónicamente con mujeres y eran muchas las reservas que alimentaban mi imaginario sobre la conveniencia de ello.
La Masonería Mixta representaba en la década de los ’90 y 2000 una suerte de aventura, a la que muchos maestros mostraban reticencias. Algunas obediencias daban la posibilidad de la triple opción (masculina, femenina y mixta) pero poco se aventuraban a los trabajos mixtos. Pero el H.·. Keltoy, era un predicador ejemplar. No dejaba escapar oportunidad alguna para dar la buena nueva de “Le Droit Human”, establecida como Orden y no como Obediencia, propugnaba la igualdad de género sin reserva alguna.
Tuvieron que pasar quince años desde el último encuentro con Fernando, para que el O.M.M.I “Le Droit Human” volviera a cruzarse en mi camino. Fue con una compañera de esta Orden que mostraba una inquietud fervorosa por aprender y progresar en el camino iniciático.
Ello me permitió conocer más profundamente el cimiento mixto que representa este Orden y comprobar, que las Hermanas tenían inquietudes similares a los Hermanos, pero con diferente sensibilidad. Más concienciadas y concienzudas.
Recuerdo la primera tenida a la que acudí a compartir trabajos, había tres hermanas que se movían con resolución en el desarrollo del Ritual y he de reconocer, que al principio no podía dejar de observarlas desubicado por completo ante aquella nueva situación. Estaba compartiendo por primera vez en casi veinte años trabajos con Hermanas. Una cosa es compartir ágape o un café, pero aquello era totalmente nuevo para mí.
Le siguieron Conventos, Logias de Perfección y Capítulos y en todos ellos la presencia femenina es notable. No quiero referirme a una impronta femenina, como tampoco masculina, sino espacios donde Hermanas y Hermanos comparten trabajos sin reservas y haciéndome ver claramente, que si la Masonería es necesaria en el s.XXI, la igualdad la dota de sentido en una lucha que en el mundo profano tiene su campo de batalla. Ejemplos en la Historia de mujeres iniciadas hay muchos, pero Marie Deraismes sembró la semilla que desde estas dos últimas decádas, ha obligado a revisar lo establecido y profundizar en la Igualdad.
Esta reflexión aporta un extra secundario pero no menos importante: la necesidad de flexibilidad, adaptar el pensamiento, no cerrarse, evolucionar. Gracias por tus palabras, Hermano