Texto Leo Nisand, ex Gran Maestre adjunto de la Orden Masónica Mixta Internacional
Casi todas las civilizaciones han constatado la necesidad de los intercambios entre las familias, las tribus, los pueblos, y sin embargo esta convivencia nunca se ha realizado todavía. Ahora bien, tras una evolución de millones de años, el género humano se encuentra actualmente confrontado a una situación dramática debida a unos descubrimientos tecnológicos que sobrepasan de muy lejos sus estructuras morales y éticas. Las señales que sacuden las enormes fracciones de nuestras civilizaciones anuncian el posible desencadenamiento de violencias generalizadas cuyas consecuencias son imprevisibles.
Unos síntomas amenazantes (sobrepoblación, guerras, genocidios, criminalidades diversas, contaminaciones y degradaciones de numerosos ecosistemas, desertizaciones, economías delirantes, inflación y dispersión del saber) conducen a la especie humana a llevar a cabo, con toda urgencia, una revisión total de su forma de pensar y de actuar.
Sin embargo, la humanidad ha llegado a un punto tal de complejidad que, según Edgar Morin, “los diferentes elementos que constituyen un todo son inseparables (como lo económico, lo político, lo sociológico, lo psicológico, lo afectivo, lo mitológico) y existe un tejido interdependiente, interactivo e inter-retroactivo entre las partes y el todo, el todo y las partes.«[modern_footnote]“La tête bien faite”, E. Morin, Ed. Seuil 1999[/modern_footnote]
Todo parece pues indicar que solamente unos acuerdos multidimensionales y una cooperación planetaria pueden salvar a la humanidad de la autodestrucción.
Del mesianismo religioso al mensaje masónico
Desde hace tres milenios -para un gran número de creyentes- la esperanza de reparación de las catástrofes históricas y también la redención de los pecados individuales y colectivos encuentran su solución en el mesianismo, – bien en su versión espiritualista que promete en primer lugar al judaísmo bíblico y post bíblico, un mundo temporal pacificado “al final de los tiempos”, gracias a la instauración de una religión universal [modern_footnote]Isaias, II, 2-4 y, XI,1-8[/modern_footnote] y a continuación por un mesianismo específicamente cristiano que afirma la posibilidad de una salvación eterna en la inmortalidad del alma… -bien en su avatar materialista, con los milagros de los “futuros que cantan” del marxismo-leninismo.
Ahora bien, la llegada de un Mesías divino o la creación de un periodo de justicia socioeconómica para todos, están condicionadas por el establecimiento previo de la hegemonía de un sistema religioso o político.
Y es por lo que los poderes espirituales o temporales afectados se han afanado en “ayudar” a la Historia dejando un espacio neto para la consecución de su ideal: es decir que en función de su etnocentrismo, o de su imperialismo, fanatismo o totalitarismo, se han lanzado paradójicamente a las guerras y a las masacres pretendiendo acelerar así la instauración de la paz e incluso del Amor universal… Millares de conflictos armados e innumerables violencias que continúan todavía en la actualidad.
¿Entonces? -Sin por eso rechazar o renegar de las creencias mesiánicas -espirituales o temporales- de cualquiera, ¿por qué los seres humanos no buscarían sobrepasar su problemática humana gracias a la inteligencia singular que les particulariza en relación con toda la biosfera?
Un verso de La Fontaine, convertido en proverbio, aconsejaba ya: “Ayúdate y el Cielo te ayudará.”
También “Le Droit Humain”, la Orden Masónica Mixta e Internacional, que solamente es una rama de la francmasonería liberal en el mundo, pero la más significativa porque reagrupa a mujeres y hombres de todas las etnias, religiones o culturas bajo la égida de una Constitución democrática y sin dogmas –lanza un llamamiento a todos los contemporáneos.
Si el Amor al que aspiran los seres humanos se ha transformado, tan frecuentemente, en odio, es que la inversión afectiva, con su corolario que exige reciprocidad, favorece el paso de un extremo al otro.
Y si solamente se quisiera desarrollar la compasión humana, ¿no evitaría esto las desviaciones del “Amor” posesivo que puede desnaturalizarse hasta llegar a perseguir e incluso a suprimir a aquellos a los que se pretendía amar?
El “Droit Humain”, con toda modestia, hace un llamamiento a la compasión humana: una compasión que sustituirá la indiferencia o la maldad por la tolerancia y la benevolencia recíprocas.
“Te miraré por tus ojos y tu me mirarás por mis ojos, en un verdadero intercambio…” (Moreno)
Eso es la compasión.
A partir de ahí puede precisarse el mensaje de “Le Droit Humain”: sin esperar más a la imposición de una mediación transcendente y sin tratar ya de convertir a todo el mundo a una sola y misma ideología, las mujeres y los hombres pueden asociarse y vivir en paz en un mosaico intercultural.
Así manifestarán su sentimiento de pertenencia al género humano y su voluntad de asumir su parte de responsabilidades en su perennización.
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