Suiza ha votado impedir que se construyan más minaretes. El pueblo más conservador de Europa y su democracia federal más antigua se opone a la exteriorización de una religión minoritaria y ligada a la inmigración. La extrema derecha europea toma nota y promueve entre la población el miedo al musulmán y al Islam.
Es verdad que el Islam es una religión que trasciende lo espiritual, que se incrusta en lo público, pudiendo sus principios y reglas saltar a la esfera de lo social. Si esto ocurre, si una interpretación integrista de las pautas marcadas por Mahoma, recogidas por sus seguidores y discípulos, se convierten las lineas rectoras de lo publico, pueden convertir la sociedad en una teocracia dictatorial.
Pero esta situación extrema no es en la que nos movemos. El Islam tiene muchas corrientes; hay que ser intransigente con las radicales pero abierto a las humanistas. Lo mismo ocurre con otras iglesias y confesiones, cuyas versiones integristas pueden ser tan nefastas y destructoras como las más extremistas del Islam.
Vivimos en una sociedad plural y TODOS hemos de tener la libertad para creer o no creer. Para llegar a esta convivencia solo hay que dar un paso: instaurar el laicismo, secularizar nuestras sociedades y situar las creencias en la esfera de lo privado. Para convivir con el vecino hay que mantener un respeto escrupuloso a sus creencias y exigir respeto hacia las propias. Solo una sociedad laica, justa, democrática y plural nos puede asegurar una convivencia armónica entre los que se diferencian.
Estas actitudes son «globos sonda», para nuestra desgracia manifiestan intenciones de exclusión y eliminación de todo que sea diferente. Hoy, el minarete; mañana, el diferente. El miedo es mal compañero de la Libertad.